24 junio 2023

Apuntes Filatélicos: LAS CARTAS JEROGLÍFICAS

 

Apuntes Filatélicos

CARTAS JEROGLÍFICAS

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico

 

El mundo del correo y su vertiente coleccionable, es a veces como mínimo sorprendente. El arte de la escritura epistolar, tanto en lo que se refiere a la escritura de cartas como a la decoración de los mismos sobres que contenían esas cartas, es digno de estudio. Si alguna vez estáis por Madrid y tenéis ocasión de visitar el Museo Postal, podréis admirar muchas de esas cartas –sobre incluido- que han pasado a la historia como verdaderas joyas de museo. Son cerca de algo más de un centenar de piezas que sorprenden al visitante, por su peculiar forma de escribir la dirección.


La carta es tan antigua como lo es la humanidad, si entendemos como tal a aquellos que aprendieron a comunicarse a través de la escritura. Desde aquellas primitivas tablillas, pasando por los pergaminos y posteriormente la invención del papel, la correspondencia se ha escrito en un sinfín de materiales y soportes, hasta llegar actualmente a esa correspondencia virtual que es practicada por todo el mundo.

Y dentro de estas cartas, el coleccionista, ese ser curioso por naturaleza anhela siempre encontrar lo diferente, lo especial, tal vez lo único, encuentra piezas dignas de mención, de estudio y conservación. De entre estas cartas que conllevan una atención especial, están las “Cartas Jeroglíficas”, que son como su nombre bien nos indican, cartas en las que la dirección no estaba escriba de manera convencional, sino utilizando símbolos y dibujos a semejanza de un acertijo que llevaba de cabeza al cartero de turno que debía averiguar dónde tenía que entregar la dicha carta.


Proliferaron durante gran parte de la 2ª mitad del Siglo XX –incluso en las primeras décadas del XX-, y se pusieron de moda entre la sociedad. Es fácil encontrar ejemplares de esta curiosas y simpáticas cartas, que no teniendo un valor añadido filatélicamente hablando, no dejan de tener su peculiar valor al ser cartas que incluso circularon a pesar de no cumplir con los reglamentos establecidos al respecto, por la Dirección General de Correos. Se suele decir que cada vez que llegaba una de estas, Correos se lo tomaba a bien, y solía existir un “comité de sabios” que de la mejor forma posible, trataban de descifrar el jeroglífico para que la carta llegase sin demora.

Las cartas jeroglíficas son verdaderas obras de arte. Hay quienes afirman que están hechas ex profeso para comprobar la agudeza mental de los carteros de la época. Es evidente que muchas de estas cartas que llegarían a su destino, no debió ser tarea fácil encontrar al destinatario, y cada una de las que se conservan, tanto en el Museo Postal y Telegráfico de Madrid, como en manos privadas, llevan tras de sí su propia historia.

En ocasiones, estas cartas no eran fruto de un juego establecido por el remitente. Simplemente el remitente no recordaba o desconocía la dirección a donde quería enviar la misiva, y optaba por este proceder de escribir la dirección mediante símbolos y dibujos, o poniendo un plano de la dirección tal y como la recordaba. La cuestión era que la carta llegase, sí o sí.

Por citar algunos ejemplos de cartas de este tipo, mencionar que en cierta ocasión una carta dirigida a San Sebastián, en vez de el nombre de la ciudad, el remitente se permitió dibujar al Santo, atado a un árbol y cubierto de flechas, como lo representa la Iglesia. O una carta dirigida a Murcia, en la que sin poner las señas del destinatario, se dibujó en el sobre, su retrato, llegando la carta a destino.

Una de estas cartas que se conocen, es de la época de la II República. Lleva en el sobre la reproducción exacta del edificio donde vive el destinatario, Alfonso Vadillo, señalando con exactitud la ventana de la vivienda del Sr. Vadillo, y el escudo de una ciudad con la leyenda “Caput Castelle Camara Regina Prima Voce et Fide”, que corresponde a la ciudad de Burgos. Sin duda la carta debió llegar.

A Correos, todas estas cartas le sirvieron en su momento para lanzar un juego “on line”, en el que mostrando cada una de las que forman parte de la colección (que se puede visitar), dejaban a los usuarios y visitantes de su web corporativa, a que abriesen su mente y dieran con la respuesta correcta. Fueron muchas las respuestas acertadas.

La escritura jeroglífica ya llevó de cabeza a aquellos historiadores que pretendieron darle sentido a lo que los egipcios habían dejado como testigo de su vida cotidiana. El egiptólogo francés Champollion, dio con la clave en 1799, pero seguramente nunca pudo imaginar que 100 años después, los carteros tendrían que tirar de imaginación para descifrar la correspondencia.

Muchas de estas cartas por razones obvias, se extraviaban. Correos que fue permisivo al respecto, las prohibió a partir de 1960. No sé bien, que pasaría si hoy, alguien de nosotros aficionado a los jeroglíficos, mandásemos una de esta. ¿Llegaría a su destino? ¿Hacemos la prueba?

No hay comentarios:

Publicar un comentario