21 mayo 2022

UNA FOTOGRAFÍA QUE NOS RECUERDA CUANDO EL CORREO VIAJÓ EN ZEPPELÍN

 

Apuntes Filatélicos

EL CORREO POR “ZEPPELÍN”

Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico

 

Está de moda ahora eso de las fotos inéditas, instantáneas que nunca antes habían sido mostradas, o tal vez si se hizo, poca gente les prestó la debida atención. Lo de recuperar gráficamente la memoria se está imponiendo en las redes sociales, y eso está animando a quién posee fotografías antiguas, a ir mostrándolas para que quienes vivieron esas instantáneas, refresquen la memoria, pero quienes no lo vivieron, descubran que hubo un pasado muy diferente a lo actual.

Así pasó con la fotografía que ilustra este artículo, y que Canfali Marina Alta ya mostró en su momento. La imagen pertenece a la gran colección que posee el calpino Joaquín Vázquez Boronad, “Jackycalp” coloquialmente hablando, y en ella podemos ver una imagen en blanco y negro tomada desde una de las habitaciones del desaparecido Paradero de Ifach. Lo realmente llamativo de la imagen casi pasa desapercibido. Cabe que los turistas que cámara en mano inmortalizaron el momento, solo pretendiesen llevarse un recuerdo de esa mole calcárea llamada “Ifac” ó cabe que se asomaran a la terraza de la habitación sorprendidos por ver aquel majestuoso aparato surcando los aires, que en términos aeronáuticos se conocía como “Zeppelín”.


Si la fotografía se toma desde el Paradero de Ifach, significa que el vuelo del Zepelín que inmortalizó la imagen, debió tener lugar después de 1935, año en el que se inauguró el “Parador” de Ifach, época tardía para el vuelo de estos gigantes del cielo, y con toda seguridad en su interior llevaba correspondencia. Los Zeppelín, o también conocidos como Dirigibles, fueron aeronaves que tuvieron su auge en las primeras décadas del Siglo XX, y que sirvieron de enlace entre Europa y América, en largas travesías que además de pasajeros, también llegaron a transporta correo. Por la posición de la nave en la fotografía, este realizaba seguramente alguno de los muchos vuelos de regreso de Sudamérica que por entonces llevaba a cabo. Deben su nombre al Conde alemán Ferdinand von Zeppelín (1828-1917), quién perfeccionó este tipo de navegación aérea.

Filatélicamente hablando, estos vuelos propiciaron numerosas cartas y documentos postales que los estudiosos del Correo Aéreo, estudian con detenimiento, para conocer no solo el vuelo que las transportó, sino además la ruta que el Dirigible llevó, y cualquier detalle que enriquezca sus colecciones.

Podemos afirmar que los vuelos con Dirigibles tienen dos etapas claramente definidas. La primera de ellas se encuadra entre los años 1900 y el inicio de la I Guerra Mundial, y se caracterizó por un uso más comercial y de pasajeros. No sería hasta el año julio de 1908 cuando por primera vez se usó este novedoso medio de comunicación para el transporte de la correspondencia. Lo haría el denominado LZ4 y no cesarían en su cometido postal hasta que en 1914 estallase el conflicto bélico en Europa, y tan solo se usarían en aspectos militares.

Finalizado la I Guerra Mundial se retomaría el uso postal de las aeronaves y durante décadas sería uno de los medios de comunicación más rápidos para la conexión postal entre Europa y América. Este servicio aéreo postal, sería además dotado de numerosos matasellos que se estampaba sobre la correspondencia, dando lugar a verdaderas joyas de la filatelia.

La época dorada de los Dirigibles, corresponde al periodo de 1928 a 1936, tiempo que prestaría servicio ininterrumpidamente el LZ 127 o también conocido como “Graf Zeppelín” y que surcaría todos los cielos del planeta, destacando los vuelos transoceánicos que llevo a cabo en este periodo de tiempo, donde saliendo de Friedrichshafen (Alemania) tenía como destino a Lakehurst (New Jersey), con escala en Sevilla y paso por Cabo Verde y Rio de Janeiro, y regreso a Alemania por la misma ruta. En este trayecto, aunque sin escala, la ruta que tomaba era la del mediterráneo, sobrevolando las ciudades de Barcelona y Alicante, y como vemos en la fotografía, pasando muy cerca de Ifach.

De su escala en Sevilla, el Corre Español se sirvió para acordar el transporte de la correspondencia que desde España se dirigiese a América, y por Real Orden del Ministerio de la Gobernación de fecha 9 de mayo de 1930, se fijaron unas tarifas para el envío de correspondencia a Brasil con un importe por carta de hasta 20 gramos de 8 ptas., y de 4 ptas., para las tarjetas postales. Para el envío de correspondencia a Estados Unidos, las tarifas fijadas en la misma Orden Ministerial, era del doble de la fijada para Brasil.

Los estudiosos de esta línea postal, suelen quejarse y con razón, de que España perdió una gran oportunidad, que otros países si supieron aprovechar, caso de Alemania, y siendo una de las escalas oficiales que tenían estos largos viajes transoceánicos, el correo español nunca emitió sello alguno ó matasellos alusivo a la correspondencia cursada a través de estas grandes naves.

Filatélicamente, en cuanto España se refiere, tan solo una reimpresión de las habituales en la época, tienen referencia con este sistema de correo aéreo, en la que se puede leer “Primer Correo del Zeppelín en Barcelona. 07.V.1933”, en conmemoración no de la ruta completa, sino de una viaje programado a la ciudad de Barcelona en la fecha indicada. Pero esta impresión se puede considerar como fantasía puesto que el vuelo programado a la Ciudad Condal, nunca llegó a llevarse a cabo. Tan solo un sello de los puestos en circulación en la época, llevaba como imagen un Dirigible. Corresponde a la emisión de 1938 de los sellos de “Beneficencia” sin poder de franqueo.

El último gran Dirigible que llevaría correspondencia, fue el LZ 130 Graf Zeppelín II, que estuvo tan solo unos meses en funcionamiento desde octubre de 1938 hasta agosto de 1939, realizando tan solo 30 viajes todos ellos dentro de territorio alemán.

Ahora ya sabemos que aquel aparato sobre el cielo calpino que captó la cámara desde el Paradero de Ifach, consciente o inconscientemente, nos habla hoy de una época en la que el correo viajó a bordo de unos aparatos increíbles que no dejarían indiferentes a nadie que los viese volar sobre el cielo.

 

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