25 febrero 2022

EL CORREO EN LA COMARCA A FINALES DEL SIGLO XIX SEGÚN RELATO DE UN TESTIGO

 

SOLITARIO Y ESCABROSO CAMINO PARA LA CONDUCCIÓN DE LA CORRESPONDENCIA

Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico

 

Conocer la historia del correo es y debería ser una prioridad para quienes nos vanagloriamos de apasionarnos la filatelia, pero a veces las fuentes que nos hablen de ello, no son tan accesibles o abundantes, y menos cuando el tema se focaliza hacía una pequeña zona geográfica como sería el caso del Correo en la Comarca de la Marina Alta. Cuando estas fuentes aparecen, y lo hacen a través de la prensa de la época, por lo general encontraremos noticias de carácter “oficial” que nos dan información puntual del funcionamiento del correo. Pero no siempre es así.

En ocasiones, el periodista, redactor o simplemente un colaborador de un periódico cualquiera, es capaz de narrarnos una situación vivida en primera persona, que por la descripción nos dará mucha más información de la que podríamos imaginar. Tan solo tenemos que abrir la mente, viajar en el tiempo y tratar de ponernos en la situación que nos describe. En esta ocasión se tratará del periódico “El Graduador” de Alicante, que hace referencia a un artículo, que publica íntegramente, publicado por El Fomento de la Marina (1), y que se titula “El Servicio de Correos entre Alicante y Dénia”, y nos situamos en noviembre de 1886. Y la descripción no tiene desperdicio alguno.

Imagen de época de Dénia

De entrada, el redactor (de El Fomento de la Marina) ya hace hincapié en que en reiteradas ocasiones, han hablado de la situación que se vivía con el transporte de la correspondencia entre Alicante y Dénia y viceversa, y que por lo leído no debió ser del todo buena. Habla de “…mala combinación…” y “…quejas…”. Y es que nuestra comarca cuando ha tenido que enlazar con Alicante para el transporte de la correspondencia, no lo ha tenido nada fácil, al menos hasta que la ingeniería salvó el paso del Mascarat de Calp.

El redactor, prosigue su camino describiendo como era aquel transporte de la correspondencia, y nos dice que “…Largo tiempo hemos visto llevarse la correspondencia de esta Administración, sobre los hombros de un mulo que a través de un solitario y escabroso camino montañoso recibía y entregaba a debida hora la correspondencia a las carterías de su tránsito…”. Las carterías citadas son las de Jávea, Benitachell, Teulada, Benisa y Calpe, camino hacía Altea, y no hay que hacer mucho esfuerzo imaginativo para entender la dureza de quienes se dedicaron a tal menester, en una época en la que ni los caminos eran los de hoy, ni el trasiego de personas y animales ó carruajes abundante, por lo que en ocasiones la soledad sería el único acompañante que estos “conductores de la correspondencia” llevaban, con el peligro que eso conllevaba.

Detalle de una Diligencia para la conducción de la correspondencia 
y viaje de pasajeros

La citada publicación añade que todo este tortuoso trasiego de correo por esas agrestes tierras entre Calp y Dénia (ciertas zonas conocidas), con la apertura de “…la carretera que cruza el Collado de Calpe…” se iba a establecer un nuevo sistema de transporte del correo (2). En esta ocasión el mismo que ya se llevaba a cabo entre Altea y Alicante, que era transportado en diligencia o carruaje (3), y que a pesar de que la soledad y el silencio seguirían acompañando al conductor de la correspondencia, al menos el trayecto se haría mucho más cómodo. Esta nueva conducción se puso a subasta resultando agraciada para ello, la empresa Coches de Diligencias de Alicante a Dénia.

Sendas imágenes del Collado de Calp y la antigua carretera que 
cruzaba el Mascarat, paso obligado de la correspondencia entre
Alicante y Dénia

Pero esta nueva conducción conllevaría una reforma en el funcionamiento de las carterías por las que pasaba con anterioridad y que seguirían pasando para recoger y entregar las cartas y misivas que llevase. El Fomento de la Marina lo narra diciendo que “…se removieron todas las carterías y cada una ha tenido que aumentar un peatón para que salgan a entregar y recibir…”.

Pudiera parecer que con este cambio, el correo fuese a funcionar bien, pero al parecer nada más lejos de la realidad. Pero no por el propio sistema, sino por la inoperancia de los “peatones” que debían hacerse cargo de la correspondencia al paso de la diligencia y hacer entrega de aquella que el propio vehículo tuviera que llevarse. Y para ser más explícitos, el cronista autor del artículo cita un claro ejemplo. Cita que el correo sale de Altea dirección Dénia en su horario establecido, pasando por las carterías de Benisa, Gata y Ondara, donde toma y deja la correspondencia. Quién lo cuenta viaja a bordo de esa Diligencia que hacía a su vez de transporte del correo conjuntamente con los pasajeros. Y narra como el intercambio de esas cartas que dejan en cada cartería, resulta ser un caos, donde el peatón equivoca que cartas ha de coger, cogiendo la de otras carterías lo que conlleva un retraso sustancial tanto en el reparto  como en el tiempo del trayecto. Pero lo que más sorprende a este viajero cronista es el trato que observa se le da a la “balija” (4), diciendo observa como “…se tira al suelo como si fuera cualquier cosa…”.

Lo más destacado de este proceder llega cuando la Diligencia tras descargar en la Administración de Correos de Ondara y proseguir su camino, al poco se detiene en una pequeña taberna. El conductor de la correspondencia llamó al dueño de la misma, y mientras este aparecía, dejó caer la saca en el suelo. Sin más contemplaciones. Hecho esto, prosiguió su camino. La valija cayó “…allí mismo, en tierra, entre pellejos de vino…”. Y la cosa no era que, este tabernero iba a hacer la función de cartero, sino que su misión iba a ser otra. Al rato, enganchó una vieja tartana (sic) cargó la “balija” y el resto de sacos que el conductor de la correspondencia había tirado a tierra, y “…mandó a Dénia su tartana, al cuidado de su hijo de corta edad…”. Algo de irónico tuvo que ser este viajante cuando afirma que “…no es estraño (sic) que a este paso si la caballería se enseña el camino sola, la mandaran sola para ahorrarse también el gasto del muchacho conductor…”. Y no se trata de que las condiciones por las que se arrendó este servicio entre Alicante y Dénia (y viceversa) (5), contemplasen incluir al tabernero y a su hijo, sino que visto lo redactado, esto debió de ser un convenio fuera de contrato, donde mientras el conductor de la correspondencia hacía la ruta entre Ondara y Vergel, el crio se encargaba de llegar a Dénia.


Notas:

1.      El Fomento de la Marina fue una Revista Comercial que se empezó a editar y publicar en Dénia en 1885.

2.   La primera subasta de la correspondencia entre Alicante y Dénia que se tiene constancia se publica en la prensa en mayo 1873, y por el servicio se pagaba la cantidad anual de 2.850 Ptas. (El Constitucional. 10.05.1873).

3.      Esta conducción entre Alicante y Dénia, se establece por Real Decreto del 15 de enero de 1886.

4.   El periódico lo escribe con “b” aunque en realidad es con “v”, y se trata de la saca de cuero, generalmente, que se usa para el transporte de la correspondencia. Las ha habido de otros materiales a lo largo de la historia del correo.

5.  Esta conducción entre Alicante y Dénia, se subastó según una Circular del Gobierno Civil de Alicante, el día 3 de marzo de 1886 a las 13 horas, en la sede del Gobierno Civil y con la presencia del Alcalde de Dénia, siendo una conducción “diaria” en carruaje entre ambas ciudades (El Liberal. 09.02.1886). Cabe que la subasta resultase desierta dado que en fecha del 22 de abril de 1866, El liberal anuncia que de nuevo se saca a pública subasta esta conducción.

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