27 abril 2023

Lo que la Prensa nos contó (Nº 30). HISTORIAS DE SELLOS ÚNICOS

 

Lo que la prensa nos contó… (30)

MI SELLO…ES ÚNICO

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
 

¿Cuántas veces hemos escuchado (ó leído) esa historia en la que tan solo hay unos pocos ejemplares de un determinado sello, y sus legítimos propietarios llevan entre sí una especie de guerra psicológica para conseguir que el suyo sea ejemplar único? A veces el filatelismo se nutre de estas historias, o tal vez leyendas, pero a la prensa de la época le sirvió para calificar y adjetivar a nuestra pasión por el coleccionismo de sellos.

El de hoy es un artículo que quienes andamos desde hace años en el mundo del sello, conocemos ó al menos sabemos que debió existir ese pique entre coleccionistas, poseedores de ejemplares, que no eran únicos en el mundo porque, el otro ejemplar (o ejemplares) estaban en manos de otro u otros coleccionistas. En 1910, una historia de estas fue noticia. Una de ellas, porque son muchas las que se cuentan, generalmente sin dar detalles de que sellos son los protagonistas. En esta ocasión el periódico La Tarde, rotativo que se imprimía en Palma de Mallorca, tampoco nos habló de esos sellos únicos, pero si le gustó al parecer la noticia.

En el ejemplar de fecha 11 de diciembre de 1910, en primera plana, el periodista titula a su artículo como “Lecturas Amenas”, lo que nos hace pensar que simplemente es una historia, inventada o no, para entretener al lector. La primera frase ya nos debe ser habitual a quienes siguen esta sección, por las veces que la hemos dicho o hemos hecho referencia a ella. El artículo inicia su relato diciendo que “…los periódicos rusos cuentan una historia curiosa que demuestra hasta dónde puede llegar la chifladura de un coleccionista…”. Siendo realistas, hay que estar un pelín chiflado para llegar al extremo que llegaron estos dos filatelistas cuya historia la prensa contó.

Lo que la prensa de la época nos cuenta, es que al parecer hubo un coleccionista poseedor de 8 sellos antiguos que parece eran únicos en el mundo. De esos tesoros filatélicos que uno se engrandece cuando los muestra tanto a amistades como a otros coleccionistas. Pero la envidia es insana en cualquier campo de la vida, incluso en el de la filatelia. Y este ruso, de nombre M. Stemmer, debió tener un amigo o conocido muy envidioso, tanto que hizo lo imposible por reunir el mismo tesoro que tenía su amigo. El periódico le pone nombre a este: Príncipe Troubestcoi, aunque su nombre bien escrito era el de Paolo Troubetzkoi (1866-1938), escultor y pintor ruso nacido en Italia.

A través de la prensa, insertó anuncios en los que ofrecía “…comprar a cualquier precio los ocho sellos en cuestión…”. Las ofertas no se hicieron esperar. Desde América, le llegó una oferta por 5 de los 8 sellos, al considerable precio de 32.000 francos (de la época). No era de esperar que la reacción que tuvo el coleccionista ruso fuese la que tuvo: en cuanto dispuso de los 5 sellos, se apresuró a visitar al amigo para indicarle que los suyos ya no eran “únicos”. Una guerra de niños, muy habitual entre filatelistas según cuentan las crónicas.

Al final, la situación de pique entre filatelistas por unos sellos que se creían únicos, se apoderó de M. Stemmer. No pudo con la situación, y optó por ceder al precio que le solicitaba su anfitrión por adquirir los sellos. En total la suma por la que estaba dispuesto a deshacerse de los 5 sellos fue de 62.500 francos. Pero la reacción fue mucho más sorprendente y lógico que la prensa tachase aquello de “chifladura”. El nuevo propietario de los 13 sellos, optó por quemar los 5 que acababa de comprar, afirmando una vez hecha la diablura, que “…ahora los míos son los únicos en el mundo…”.

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