11 abril 2023

Lo que la Prensa nos contó (Nº 28). ¿TIENEN PELIGRO LOS SELLOS?

 

Lo que la prensa nos contó… (28)

EL PELIGRO DE LOS SELLOS

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico

 

No vayáis a pensar que soy de los que veo que el sello y su coleccionismo es algo nocivo o peligroso. Todo lo contrario. Beneficios lo mires por donde lo mires. Pero recabar información de lo que la prensa dijo en su momento sobre el sello como elemento postal o coleccionable, me lleva a ver que en ciertos sectores de la sociedad del momento, si que le vieron al sello cierto peligro, tanto para el destinatario de una carta como para quién manipulaba el sello en cuestión.

Pero para ponernos en situación revisemos la prensa de la época y entenderéis a que me refiero. El periódico de Jerez de la Frontera, El Guadalete, en su edición del 17 de septiembre de 1902, nos llega con un titular en su página 2 que ya por sí sola no deja de sorprendernos: Peligro del filatelismo. Hay quien pensará que es bueno que hablen de uno, aunque hablen mal, pero estos titulares no debieron ser de gran ayuda ante un coleccionismo que ya a principios del Siglo XX, estaba más que consolidado.

Detalle del artículo publicado en El Guadalete (17.09.1902)

El artículo citado hace referencia a otro publicado en el “Echo de París” el cual habla de un descubrimiento que ha realizado un destacado dermatólogo austriaco, M. Unna, que un buen día observó como un amigo suyo presentaba unos síntomas extraños, de una enfermedad conocida como “La Piedra” (sic), propia de zonas de Colombia, aunque este individuo nunca había estado allí. Las investigaciones y pesquisas realizadas por el dermatólogo, dedujeron que su amigo se había contagiado simplemente manipulando sellos y cartas procedentes de dicho país.

Detalle del artículo
publicado en el 
diario Gaceta de
Tenerife (08.10.1921) 
No ha de resultarnos extraña esta noticia. A lo largo de los tiempos desde que el sello irrumpió en la sociedad, son muchos los casos descritos en los que por una u otra razón, el sello y manipulación, como filatelistas o como usuarios del correo, han deparado casos semejantes.

Como caso análogo o parecido, tenemos la noticia que publicó el 8 de octubre de 1921 el Diario Gaceta de Tenerife, el cual en su primera página lleva un artículo, “Crónica Médica. Contagios Tuberculosos”, que habla de la tuberculosis, donde el autor, Eustaquio Loroño, afirma que, y así inicia el artículo, que “…entre los diversos modos de trasmisión que tiene la tuberculosis debe figurar (…) el sello de correos…”. Y el autor del artículo cita un caso de un paciente muy avanzado en la enfermedad de la tuberculosis, que al parecer era filatelista y utilizaba como método de pegar los sellos en el álbum, su propia saliva.

Cabe que la razón de que entre todas las enfermedades que hay en el mundo, el hecho de que el Correo en muchos países del mundo, pusiera en circulación sellos “Pro-Tuberculosis”, tuviera como razón de ser estas noticias, o el hecho de que a través de la manipulación de los sellos se pudiera contagiar una enfermedad que tanto estrago y daño ha hecho a la humanidad.

Pero el peligro en los sellos, o más bien en el reverso de los sellos, lo podemos datar incluso ya en el siglo XIX. Otro rotativo, esta vez en la fecha del 3 de septiembre de 1895, El Isleño de Palma de Mallorca, nos habla de ciertas cartas que causaron daños a sus receptores, incluso la muerte, por diversas formulas que los delincuentes usaban para dicho fin. Desde cartas explosivas hasta incluso envenenadas; y es esta en concreto la que nos ha llamado la atención.

Y es que el autor del texto dice que quienes quieran delinquir usando cartas, han de cambiar el método para evitar que los funcionarios de correos sufran las consecuencias. Para ello propone que “…cuando queráis matar a alguien, enviadle una carta urgente que exija respuesta en el acto y meted dentro de la carta un sello envenenado para la contestación. La persona que reciba la carta moja el sello con la lengua para pegarlo, y se muere irremisiblemente…”.

Después de leer esto, ya nunca más voy a dar respuesta a una carta que lleve un sello que no sea autoadhesivo… nunca se sabe donde puede estar el enemigo del filatelista.

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