09 agosto 2025

CARTERA EN SENIJA A FINALES DEL SIGLO XIX...Y SIN SABER NI LEER NI ESCRIBIR.

 

Apuntes Filatélicos

UNA “CARTERA” EN SENIJA EN 1893

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico

 

Recreación con I.A., de una mujer 
ejerciendo de "cartera" y ambientada
a finales del Siglo XIX

El titular puede sorprender a priori, pero de poder sumarle a lo conocido la mayor información posible, podría convertirse en la noticia del siglo, si bien esta es la primera vez que hemos constatado el papel de la mujer como “cartera” durante el siglo XIX en algún municipio de la comarca de la Marina Alta. Y no se trata de una especulación, o como en ocasiones hemos pensado, un error de transcripción. Pero la noticia aparecida en la prensa alicantina, no nos deja lugar a dudas: “…en Senija la correspondencia la repartía una mujer en el año 1893…”.

Estamos hablando del periódico “El Alicantino” que en su edición del sábado 15 de abril de 1893, dentro del contenido de la página 2, encontramos una noticia en forma de queja en la que al parecer los lectores de este rotativo alicantino manifiestan su queja, a lo que el periódico formula la misma expresando que “…los vecinos de Senija se quejan que reparte la correspondencia una mujer…”. Pero la queja más allá de un acto machista o no – entendamos esto como un machismo establecido a finales del Siglo XIX – tal vez lo sea porque esta, “…no sabe leer ni escribir…”.

Para quienes estudiamos la historia del correo en esta comarca, el detalle de que quién ostenta el cargo de cartero, peatón-conductor, etc., no sepa leer ni escribir, no nos es tan relevante como el poder afirmar que esta noticia en la prensa alicantina de 1893, es la primera en la que se hace referencia a una mujer ocupando un cargo postal. Tenemos constancia de muchos hombres a los que se les cesó en su cargo por esta misma razón. Lógicamente esto tendrá que tener sus matizaciones.

El Reglamento de Carteros de fecha 24 de junio de 1864 (R.O. de 09 de julio), en su artículo 9º, deja muy claro que para obtener el nombramiento de cartero, es indispensable el saber leer y escribir correctamente. Este mismo artículo continua diciendo que “…serán preferidos los licenciados del ejército que reúnan dichas condiciones…”

Y es aquí donde surgen las dudas al respecto de la mujer cartera de Senija de 1893. ¿Quién fue? Es difícil dar respuesta a esta pregunta, aunque si podemos hacer conjeturas al respecto de su papel como cartero en la localidad. De entrada, y según nos consta, en 1893, tanto Senija como muchas otras localidades de la comarca, no disponían de cartero oficial. Esto significa que quién ejercía esta función, si la había en la localidad, debía ser pagado por el propio consistorio y dependiente en todo momento del Ayuntamiento.

Entonces nuestra protagonista de hoy, ¿fue cartera a cargo del Ayuntamiento de Senija? Tampoco tiene porque ser así. En la segunda mitad del Siglo XIX, tenemos numerosos ejemplos de carteros que lo fueron con cargo municipal, pero que declinaban sus funciones en algún que otro familiar mientras estos ejercían otros trabajos. El sueldo municipal de cartero en el siglo XIX, no daba para mucho. Por citar un ejemplo cercano, tenemos el caso de Benissa, donde en 1882 la prensa se hacía eco de que un niño de 12 años era el que se encargaba de repartir la correspondencia. Resultó ser que el pequeño benissero, era el nieto del Sr. cartero, del que tampoco sabemos de momento su nombre, pero si estaba bajo la batuta del alcalde de Benissa de por entonces. En la Benissa del caciquismo, esta práctica era de lo más habitual.

Del correo en Senija se tienen muy pocas y escasas noticias – de momento -. A finales del siglo XIX, además de la noticia que hoy comentamos, conocemos que el correo le llegaba desde Alicante vía Benissa, sin que tuviese – como ya hemos indicado – cartero oficial. Ya con el siglo XX iniciado, en el año 1903, se crea la figura del cartero peatón-conductor de la correspondencia, con el haber anual de 600 pesetas, unirá la cartería de Benissa con las poblaciones de Senija, Lliber, Jalón, Alcalalí y Llosa de Camacho.

Detalle de la noticia publicada en el periódico "El Alicantino" en su edición del 15 de abril de 1893

Si nos ponemos a buscar referencias sobre la primera mujer cartero en España, los datos que encontramos son más bien confusos. Hay cierta referencia a que en el año 1648 y en la ciudad vasca de Portugalete, ya hubo una mujer ejerciendo el papel de “cartera”. A partir de 1830 y en ciertas ciudades se repiten noticias al respecto de este papel ejercido por mujeres, pero la que oficialmente ostenta ese galardón de haber sido la “Primera” cartera en España reconocida oficialmente por el organismo postal, fue Josefina Vicente Alcaráz, quién un 3 de marzo de 1971 preguntó casi inocentemente si podía ser cartera, y la respuesta fue más que elocuente: ¿por qué no? Esta murciana de Los Garres nació el 20 de septiembre de 1936, en plena guerra civil, y ya llevaba lo del ambiente postal en la sangre: su padre era cartero. Con ella se iniciaría una nueva etapa en Correos donde la incorporación de la mujer a puestos relevantes y trascendentes de esta profesión, fue creciendo con los años.

Nuestra particular “Josefina”, de Senija, seguramente fue también una mujer dispuesta a lo que fuese por ayudar a la familia, por aportar su granito de arena ayudando a su marido o tal vez a su padre, en el reparto de la correspondencia por la localidad, sin importarle en absoluto si sabía o no leer y escribir.

Cabe que de nuestra protagonista de hoy no lleguemos a tener más noticias, o que los datos que nos podrían ser relevantes como su nombre y apellidos, o cual fue realmente su cometido, no logremos desvelarlos, pero es más que evidente que forma parte de la historia del correo en la comarca y como tal tenemos que tenerlo en cuenta. A finales del Siglo XIX y en los primeros años del XX, esta comarca vivió episodios en torno al correo dignos de la mejor novela de acción que se haya escrito. La importancia del correo y de su entrega en forma y tiempo, fue la tónica diaria, y la tardanza en su entrega o incluso la perdida según quien fuese el remitente y a quién fuese dirigida la misiva, dio lugar a numerosas quejas, muchas de las cuales nos llegan hoy a través de las hemerotecas.

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