26 agosto 2022

CARTAS SIN SELLOS Y NORMATIVAS QUE CUMPLIR

 

¡SR. CARTERO. ME FALTAN LOS SELLOS!

Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico

 

¿A quién no le ha pasado aquello de recibir una carta, de las de antes, aquellas que venían repletas de sellos, y ver que los deseados timbres no están, y hay evidentes signos de que los mismos han sido arrancados o despegados del sobre? Madre mía el cabreo que se pillaba uno, sobre todo cuando profesaban la cultura filatélica.

Pues al parecer, esta práctica de hacerse con los sellos de las cartas, seguramente para usos filatélicos, es algo de siempre. Bueno, ahora estará mal que se arranquen los sellos cuando las cartas cada vez viajan más pero sin el equipaje que suponía llevar una buena serie de sellos, para que el hambriento filatelista los despegase, limpiase, secase y posteriormente los introdujera en su colección.

La prensa de principios del Siglo XX, concretamente el periódico madrileño La Correspondencia de España, en su edición de fecha 06 de septiembre de 1901, lleva un artículo en su interior titulado “Los Abusos de la Filatelia” (el título ya se las trae), en el que se da a conocer cierta queja que al parecer se está produciendo por la recepción de cartas a las que les faltan los sellos.

La nota, hace hincapié ó deja entender que esta falta de sellos en las cartas se debe a causas filatélicas al opinar que los sellos que se arrancan de la correspondencia “…son de alguna utilidad para los filatelistas…”. Seguramente estaba en lo cierto el periodista que cubrió la notica. A principios del Siglo XX, el auge filatélico en España era más que evidente.

Detalle del artículo publicado en "La Correspondencia de España"
Madrid. 06.09.1901

La noticia prosigue indicando que desde Correos, su Director General Sr. Laviña, ha dado instrucciones de que cesen tales abusos, indicando que la propiedad de los sellos corresponden a los remitentes de las cartas, hasta el momento en que se recepciona, y es entonces cuando el destinatario es el verdadero propietario de los mismos.

Pero a Correos, por entonces, la razón filatélica de esta sustracción de sellos, parece que no le era razón suficiente al indicar además en la circular que remite a los funcionarios del ramo, que para el matasellado de las cartas, se use la tinta tipográfica “…por ser la que más resiste a las operaciones de lavado…”. Me decanto por pensar que le preocupaba más que esos sellos arrancados, volviesen a reutilizarse una vez lavados y eliminado todo rastro de matasellos.

Es curioso cómo algo tan sencillo como los sellos en una carta, tenga ese debate de quién es el propietario de ellos, cuando en toda transacción postal, hay un origen y un destino, es decir alguien que envía y alguien que recibe. Y este mismo debate, pero en tono más judicial, lo tuvo el Dr. Thebussem, D. Mariano Pardo de Figueroa, quien en 1870 (17 de agosto), firma un amplio artículo en el periódico La Nación, donde en una especie de carta de las muchas que solía publicar en la época, y remitida desde Wutrzbourg (Baviera-Alemania), en junio de ese mismo año, hace una amplia intervención sobre este asunto de a quién pertenecen los sellos que lleva una carta, y todo ello porque según describe en la misma, el propio Dr. Thebussem, del que se dice nunca fue filatelista pero sí el más experto de estos con que contó la España de mitad del Siglo XIX, recibió cierta carta “certificada” a la que le faltaba los sellos.

El artículo que se reproduce en el periódico La Nación, lleva por título “Cuestión Philatelico-Legal”, y en él, el Dr. Thebussem, le pide a su amigo D. José Mª Asensio (Sevilla), que le dé su opinión como jurista en torno al asunto de la falta se sellos en la carta por acto no convencional. En el transcurso de la transcripción de la carta que se publica, remitida por el Dr. Thebussem, este hace una alegación bien razonada de quién a su entender, es el propietario de las cartas que se remiten, las cuales al parecer y según las leyes de la época, no se podían ni tan siquiera reproducir, si no se salvaguardaba la identidad del remitente. Pero el tema que le preocupa realmente a este ilustre estudioso de la “Philatelia” de mediados del Siglo XIX, era el proceder de certificar una carta, que por entonces como registro de entrega se solía entregar únicamente el contenido y el sobre servía como justificante de entrega.

Según describe D. Mariano, al pedir la devolución del sobre remitido por correo certificado hasta Toledo, “…llega este a mi poder (…) y me quede pasmado, absorto, suspenso, atónito, abobado y confuso, al ver recortado con tijera el sitio de los sellos de correo…”. Lo que más le impactó fue leer de puño y letra, una inscripción manuscrita que decía “…Recibí sin fractura y quito los sellos…”­. El amigo del propio Dr. Thebussem, se apoderó de los sellos. Debió ser uno de los pocos filatelistas toledanos que habría en 1870, o tenía algún conocido inmerso en esta materia.

"El Cartero". 1870. Obra de Karl Spitzweg.

El artículo citado añade, seguramente citado por el Dr. Thebussem para su publicación, una nota a pie de página en la que hace constar que “…La Revista de Correos, en su número 45, correspondiente al mes de julio último (entiendo que de 1870), opina que la persona que envía un certificado, tiene derecho a recibir el sobre sin más desperfecto que el puramente indispensable para su apertura, en la cual se procurará conservar intactos los lacres y sellos, agregando que la oficina de entrega no debe consentir que se recorten  o separen los sellos de la cubierta, la cual ha de devolverse sin mutilación alguna…”. Más que evidente y lógico el enfado de D. Mariano Pardo de Figueroa, y más él que cuidaba al detalle que el funcionariado de Correos cumpliese con lo establecido en las normativas vigentes.

Cabe además que las quejas, que le cuenta a su amigo jurista pretende emprender y remitir a la Dirección General de Correos, tuvieran su buena acogida, a los hechos de que como hemos visto al inicio de este artículo, en 1901 el propio ente postal, fue quién dispuso se cumpliese con la normativa vigente.

El sello siempre ha sido objeto de deseo. Unos para reutilizarlos y defraudar a las arcas públicas, y otros para darles ese otro uso que tanta pasión genera: La Filatelia.

3 comentarios:

  1. Sigue pasando hoy día. Últimamente he recibido cartas a las que les han arrancado los sellos.

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