06 agosto 2022

PONERLE NOMBRE A ALGUNOS SELLOS ES INNATO EN EL FILATELISTA

 

Apuntes Filatélicos

BAUTIZAR LOS SELLOS

Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico

 

Tenemos por norma poner nombre a las cosas. Más bien a todo. Es esa forma que el ser humano tiene de poder distinguir una cosa de otra. Es parte de nuestra idiosincrasia cultural. Y los filatelistas no nos libramos de ello. Por naturaleza desde que nació la filatelia a los pocos años de aparecer el primer sello del mundo en Inglaterra, todo aquello que fue surgiendo como algo nuevo, fue recibiendo su correspondiente nombre. Ello hace que en torno al coleccionismo de sellos, haya surgido un rico vocabulario que en el mejor de los casos ni la RAE lo ha tenido en cuenta.

Pero si de una cosa nos podemos sentir más orgullosos, quienes profesamos esta afición a estudiar el sello postal, es el hecho de que en una tertulia filatélica, si nos ponemos a hablar de sellos, y no de cualquier sello sino de aquellos que a lo largo de la historia de la filatelia, han destacado y siguen haciéndolo por una u otra razón, seguramente emplearemos una terminología que los pocos puestos en estos menesteres, les sonará a chino mandarín. Siempre nos ha gustado bautizar los sellos.

Hacerlo, todavía les infunde más personalidad a la que históricamente ya tienen. En filatelia, y a nivel mundial, hablar de primer sello del mundo es simple y llanamente nombrarlo como el “Penny Black”. Y no es porque esa denominación aparezca en el sello que Inglaterra puso en circulación el 6 de mayo de 1840, simplemente porque el filatelista desde lo más remoto de esta afición, lo empezó a llamar así, y así prosigue conociéndose. Penny (penique) por ser el valor facial que se le puso, y Black (negro) por el color del sello.

Pero no todos los millones de sellos que a lo largo de casi dos siglos de existencia del sello postal se han puesto en circulación, tienen nombre. El coleccionista, el estudioso, el divulgador filatélico a lo largo de la historia ha ido nombrando aquellos más destacados, aquellos que por su especial rareza han sido nombrado más veces. No hay constancia, todavía, de cuando se les bautizó con el nombre que hoy conocemos, pero bastó con que bien en las diversas publicaciones filatélicas que han existido, fuese nombrado una sola vez, para que su nombre perdurase a lo largo de los años.

En la Isla de Mauricio, durante tiempo perteneciente al Imperio Británico, en 1847 se pusieron en circulación sus primeros sellos, de los cuales dos hoy son conocidos en el argot filatélico como los “Post Office”, denominación que se debe a su error a la hora de realizarlos cuando el Administrador Jefe de la Oficina de Correos de la isla, mando hacerlos advirtiendo que en el sello debía aparecer el texto correcto de “Post Paid” (Correo Pagado), un error que se subsanó pero que no impidió que algunos de los Post Office fuesen usados y con ello se creó uno de los más grandes errores de la filatelia.


Otra colonia inglesa de la época, La Guayana Británica, tiene el honor de ser artífice de otro de los sellos (1873) con nombre propio, y actualmente es el sello por el que más dinero se paga cada vez que sale a subasta. En esta ocasión el mundo filatélico lo tiene bautizado como “El Magenta”, debido a su color, y con ello a pesar de los miles y miles de sellos magentas que se habrán puesto en circulación, basta con decir eso para que el aficionado a la filatelia que se preste, sepa de qué sello se trata. Incluso la prensa escrita no especializada, cuando trato el tema de la última vez que salió en subasta, así lo denominaron.  Su importancia radica en ser un sello único, del que se dice en su día hubo dos ejemplares pero que quién los tuvo en su poder, destrozó uno de ellos para que no existiera otro ejemplar como ese. ¡Cosas de una afición curiosa!

Si nos adentramos en errores en los sellos, existe otro que también fue bautizado en su día por el colectivo de filatelistas americano. Fue el correo de este país quien el 10 de mayo de 1918 sacaría una emisión de sellos, de la que cierto individuo yendo a la oficina correos a comprar sellos, se percató de que una de las hojas tenía la imagen invertida. Se trataba de un sello que representa una avión Curtis JN4 Jenny, y por ello el sello en cuestión se le conoce como “Inverted Jenny” ó en castellano “Jenny Invertido”. Basta con eso para saber de qué sello estamos hablando.


España tiene también sus propios sellos bautizados. No somos ajenos a esta moda. De entre todos, cabe que uno de los más conocidos y a su vez la mayor rareza de la filatelia española, lo encontramos en el sello de la emisión 1851, segunda emisión de sellos que Correos ponía en circulación y en la que un cliché del sello de 2 reales que tenía que ser de color rojo, accidentalmente se en la placa de impresión del 6 reales que era azul. Por ello el sello, del que solo se conocen 3 ejemplares, apareció en el mercado en un color distinto al que le correspondía. Fue fácil bautizarlo: “El 2 Reales Azul”. Muchos otros, a lo largo de la historia de nuestro correo, han aparecido con errores o variedades de muy diversa consideración, pero ninguno de ellos tuvo el honor de llevar nombre propio.


En ocasiones, no hizo falta ni que el sello fuese raro, ni que tuviese alguno error o variedad para conocerlo por su “nombre filatélico”. Tenemos casos como los primeros sellos argentinos que son conocidos en el argot filatélico, por las imágenes que muestran. Así conocemos los “Gauchitos”, “Barquitos”, etc., o también las “Mulitas” del correo mexicano.

Pero esto de bautizar a los sellos, no es algo del pasado. La filatelia actual también nos ofrece de vez en cuando algún sello que destaca por algo y que son tantas las conversaciones y publicaciones que sobre el mismo se hicieron o hacen, que el filatelista necesita ponerle nombre para que todo el mundo, filatelista o no, sepa de qué sello se trata. Este podría ser el caso del Sello de Valor Variable (Svv), argot filatélico, que Correos puso en circulación en 1999 a solicitud del Ayuntamiento de Calpe, y que por su rareza y por diversas causas de cómo llegó usarse el mismo, hoy en día en toda conversación filatélica ó publicación del ramo, el filatelista lo conocerá como un “CALPE”.

El filatelista seguirá con su propia jerga filatélica aunque solo nos entendamos entre nosotros cuando hablemos, pero seguiremos dando a conocer estas maravillas que la historia nos ha dado, y que como hemos visto tienen historia y nombre propio.

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