Apuntes Filatélicos
EL
SOBRE-MONEDERO
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
La historia del correo, a lo largo de los siglos, ha dado pie a la
creación de una serie de útiles, herramientas y objetos, que hoy forman parte
de la historia, y como tales son perceptibles de ser coleccionados, a veces más
allá del ámbito puramente filatélico, es decir, objetos que raramente veremos
en una colección filatélica como tal, pero si en aquellas colecciones de
quienes guardan fielmente todo lo relacionado con el correo y su día a día a
través de los años.
De entre todos estos objetos relacionados con el correo y su
transcurrir diario, encontramos uno del que poco se habla, que tuvo su vigencia
desde principios del Siglo XX, y que encierra esa curiosidad que lo hace una
pieza relevante en cualquier museo postal, sea o no privado este, y que el desaparecido
filatelista D. Evaristo Alfaro
-Q.e.p.d.-, buen conocedor de ellos, empezó a estudiarlos antes de su
repentino fallecimiento. Me estoy refiriendo a Los Sobres-Monedero.
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Ejemplar de sobre-monedero con el detalle de los huecos previstos para colocar las monedas Archivo E. Alfaro |
La nomenclatura para denominarlos no está del todo clara, porque los
vamos a encontrar tanto como carta-monedero, o como sobre-monedero, o incluso
Servicio de Valores en Metálico, pero se tratada de un servicio que Correos iba
a ofrecer a la ciudadanía para poder enviarse dinero a través del servicio de
correos. Hasta entonces, este paso se podía ofrecer o realizar utilizándose el
conocido como Giro Postal, que dejó
de servirse en las Oficinas de Correos por la Real Orden del 1 de abril de
1856, y no se volvería a reemprender el servicio, hasta ya el año 1909 (Ley de
bases del 14 de junio).
Consistía en dar ese servicio esencial de poder remitir por correo
dinero entre la gente menos pudiente, dado que la gente pudiente ya tenía sus
medios –mensajeros propios- para tal menester. Por ello, por medio del Real
Decreto de fecha 30 de noviembre de 1899 –Gaceta de Madrid del 01.12.1899- se
autorizaría, con la garantía del Estado y sin limitación de oficinas –se
incluía tanto pueblos, aldeas y caseríos de toda España-, el envío de dinero
por el remitente, hasta 50 pesetas en cada envío.
Y se trataba, como vemos en la imagen, de un sobre preparado para la
ocasión, donde el remitente podía incluir en su interior ciertas monedas de
diferente tamaño, –según las utilizadas en la época-, que era precintado una
vez cerrado, y en el que el remitente declaraba la cantidad, sin pasarse de las
50 pesetas, que iban en el interior. El Estado garantizaba que el sobre
llegaría a su destino, fuese este cual fuese.
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Instrucciones de uso de los sobres monedero Archivo Ifac Filatélico |
Este sobre se vendía en los estancos por el precio de 0,25 ptas., y
según la propia normativa creada para la ocasión, “…debía llevar únicamente en sellos de correos, 15 céntimos –de peseta-
por cada 60 gramos de peso, y el derecho de certificado, o sean 25 céntimos más
en sellos también…”. Cabe destacar que
allí donde no había oficina de correos, los certificados debían hacerlos tanto
los peatones como los carteros rurales, algo que por entonces sucedería en
muchos enclaves de la Marina Alta.
Pero el estudio que iniciaría, como he citado, el filatelista madrileño
D. Evaristo Alfaro, tal vez quedó incompleto, y bien está que le añadamos
alguna pincelada que la prensa de la época nos aporta, para conocer por ejemplo
que, según leemos en el periódico La
Atalaya –Santander- de fecha 8 de abril de 1900, “…la adopción de los sobres monederos recientemente adoptados para el
envío por correo de cantidades de 50 pesetas, no ha sido debida a la iniciativa
de la Dirección del ramo, sino a la de una particular (…) que ha celebrado un
contrato por 6 años con la compañía arrendataria -Correos- según el cual la empresa –particular- hará el surtido –de sobres-monedero-…”
Es decir que esta iniciativa que se pensaba era del ente postal Correos, fue un
invento de una mente lúcida y pensante, siendo Correos quién percibiera un porcentaje
de la venta de este tipo de sobres, del 20% cuando el precio de cada sobre
exceda de 25 céntimos, y de de 5 céntimos de peseta cuando no llegué a esa
cantidad.
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Sendos anuncios publicados en la prensa de la época (1908 y 1916) con detalles interesantes para conocer mejor este tipo de sobres de la historia del correo |
La queja de este tipo de noticias, que también reproducirían otros
periódicos del momento, se centraba en que se trataba de una concesión sin
publicidad alguna, ni concurso previo, lo que conocemos como adjudicación a
dedo. No ha trascendido el nombre de la empresa que tuvo tal privilegio, salvo
un anuncio publicado –de entre los muchos visualizados- en El Noticiero de Soria de fecha 4 de noviembre de 1908, el cual
anuncia los beneficios de este tipo de sobre-monedero, y da como dato de la
empresa que los tenía a la venta, una cuya dirección estaba situada en la Calle
Goya 6, bajo, de Madrid –misma que aparece en los sobre-, y que respondía al
nombre de Sociedad del Sobre Monedero,
tal vez tratándose de una empresa creada expresamente para esta gestión.
Este mismo anuncio nos aporta datos muy interesantes. Nos indica una
serie de lugares donde se podían adquirir, que difieren un poco de los
inicialmente indicados: se vendían en Estancos, Administraciones, Estafetas de
Correos y Carterías, librerías y tiendas de objetos de escritorio, etc. Otro
anuncio, esta vez más posterior, concretamente publicado en el periódico El Heraldo Alavés de fecha 28 de octubre de 1916, nos indica
que aunque el giro postal se volvió a restablecer en España a partir de 1910
–Ley de Bases del 14 de junio de 1909-, en 1916 se seguía ofreciendo y
comercializando el sobre-monedero.
Entre las muchas ventajas que la prensa le atribuyó a este tipo de
envío de dinero por correo, se citaba el de la madre que podía enviar dinero a
su querido y amado hijo el cual estaba haciendo el servicio militar, o la
esposa que teniendo al marido preso, podría hacerle con este tipo de cartas, la
vida algo más cómoda en presidio. En ambos casos, se evitaba el tener que ir a
una población mayor para realizar un giro postal, una vez reestablecido, porque
estos solo se podían hacer en ciertas oficinas de correos, mientras que la
carta-monedero se circulaba desde cualquier punto de España y por correo
certificado.
No hay una fecha concreta en la que se sepa que dejó de usarse este
método, aunque se ha podido constatar que hasta 1917, la prensa siguió
publicando anuncios sobre las cartas-monedero y sus beneficios.
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