28 julio 2023

Lo que la Prensa nos contó (Nº 43). CONSEGUIR SELLOS PARA SER FILATELISTA A CUALQUIER PRECIO

 

 

Lo que la prensa nos contó… (43)

LA PICARESCA POR CONSEGUIR SELLOS DE CORREOS

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico

 

Recorte de prensa
El Liberal de fecha 14.01.1884

Uno puede llegar a pensar que la picaresca española es un mal endémico y muy particular, suscrito a cualquier orden de la vida, y puesto en práctica en cualquier momento de la historia. Pero con el tiempo, uno también se da cuenta también, de que la picaresca, pillería y el fraude, es algo arraigado en el ser humano, sobre todo cuando el fin perseguido en ocasiones es el económico.

Desde que los sellos apareciesen en la sociedad como pago por un servicio postal que anteriormente a 1840 –en Inglaterra- se producía sin la obligación de estamparlos en la correspondencia, los responsables de estos servicios postales, vieron en estos pequeños trocitos de papel engomado, una fuente de inspiración para quienes prodigaban el arte de la pillería. Aquello de reutilizar sellos de correos para su uso en la correspondencia, fue motivo de muchos artículos en la prensa de la época 1.

En España incluso cuando los sellos se ponen en circulación por primera vez en 1850, se cuida muy mucho que estos sellos lleven el tratamiento adecuado para que en su circulación en las cartas como pago del porteo de la correspondencia, estos sean debidamente obliterados, para con ello evitar su reutilización. En este aspecto cabe citar una Circular del Gobierno de Cáceres 2  –la núm. 150, Boletín Oficial de Cáceres de fecha 5 de octubre de 1850-, que da cuenta de la prohibición, por Real Orden, para que la conducción de la correspondencia se haga por otro conducto que no sea el de la Administración de Correos. La razón de ello era evidente: si las cartas no pasaban por la oficina de turno, los sellos no se matasellaban, y existía riesgo de reutilización.

Incluso, una de las razones por las que año tras año, vemos que los sellos van cambiando, incluso variando el color de los mismos en relación a las emisiones anteriores, aunque tengan un mismo valor facial, es para evitar la falsificación de los mismos. En este sentido, citamos una publicación de La Correspondencia de España de 2 de octubre de 1874, -pág. 3-, que informa que se van a cambiar los sellos de 10 cts., de comunicaciones, al ser varios los expendedores de sellos falsos que los ofertan con descuento incluido, y que los compradores de los mismos incluso usaban para cambiarlos por los nuevos. ¡Toda una lección de picaresca!

Ejemplo de sellos lavados. Sellos de la emisión "Pelón" de 1889. Fuente: Filatelia Monge

Y el sello postal llevó a su coleccionismo, y nuevamente apareció la picaresca y toda una serie de individuos, que vieron en ello, un filón de ganancia segura. Tal vez no fue en los albores del coleccionismo postal, pero si con el paso de los años, y cuando la prensa especialmente puso el ojo en esos sellos que de repente, debido a sus muchas razones, empezaron a ser notables, grandes piezas y tener un valor no al alcance de la mayoría, filatelistas o no, de la época.

Y es aquí donde hoy nos vamos a centrar: es como se las ingeniaba la gente para hacerse con sellos de todo el mundo, atesorando así un gran  patrimonio filatélico. Aunque serán muchas las noticias que podríamos usar como ejemplo, me voy a centrar en 2 que llevaron la prensa española de la época, y que si en su momento tuvieron su minuto de gloría, hoy las rescatamos para esta sección, por lo curioso de su contenido. Pero si avanzamos ya que, si pensáis que los artífices de estas “pillerías filatélicas” son de nacionalidad española, os estáis equivocando.

El periódico EL Liberal de fecha 14 de enero de 1884, nos habla de un individuo inglés, al que adjetiva como “Burgués de Londres”, el cual había prometido a su sobrina una colección de sellos. Al parecer no pudo cumplir con dicha promesa por lo caro que resultaba conseguir tales sellos, y no se le ocurrió otra cosa que insertar en el rotativo “The Times” un anuncio que decía lo siguientes: “Una joven de 25 años de edad, morena, bonita, teniendo ocho mil patacones 3  de dote y dos millas de heredad, se casaría con un hombre honrado aunque fuera sin fortuna…”. El resultado fue el esperado.

Al día siguiente miles de cartas llegaron a la dirección que incluía el anuncio, y por el módico precio de un anuncio en The Times, el burgués londinense consiguió miles y miles de sellos de todo el mundo, como le había prometido a su sobrina. No sabemos que debió pensar la casamentera ante tanto aluvión de pretendientes.

Recorte de prensa del periódico
La Paz (Murcia) de fecha 21.07.1888

Nos trasladamos a unos años después, concretamente al año 1888 y en la fecha del 21 de julio el periódico La Paz de Murcia, lleva un artículo amplio y detallado que encabeza diciendo tratarse de “…la estafa más gigantesca de que ha sido víctima la humanidad…”. Algo exagerado la verdad, pero el método en esta ocasión se las trae.

En esta ocasión se trata de un súbdito alemán –ya no son solo los españoles los orquestadores de estafas y fraudes-, y que con mucho ingenio hizo público que tenía un hermano en Palestina donde iba a fundar un hospital –supuestamente- y que él mismo iba a contribuir a ayudar a huérfanos palestinos. Pero no todo es de balde. Todo tiene un precio, y para este personaje alemán, la condición que pone es que “…por cada millón de sellos usados que reciba, atenderemos a un huérfano…”.

Este proceder para conseguir sellos por la cara, tuvo sus resultados. Durante años –según la noticia en prensa-, los sellos llegaron por millones. Y no solo sellos convencionales, también sellos de alto valor de la época (finales del Siglo XIX). Los datos que aporta el periódico son escalofriantes: el personajillo alemán, dicen que ha hecho varias colecciones con los sellos recibidos; no menos de 100 millones de sellos acumulados para supuestamente ayudar a los huérfanos palestinos. La estafa –porque no puede llamarse de otra forma- asciende a la friolera de 3 ó 4 millones de pesetas de la época –una verdadera fortuna a finales del S. XIX-.

Pero la codicia humana no tiene límites, y este alemán sin nombre y sin vergüenza alguna, quise más, y amplio horizontes con el mismo sistema para huérfanos de Londres, Nueva York, etc., y lo pillaron con el carrito de los helados a medio llenar, y la prensa lo hizo público, y se le acabó el gran “Chollo filatélico”.

No sabemos si estas historias son meras elucubraciones de lo prensa de la época, o si fue realidad la historia (as). Fueron varios los periódicos que la publicaron, pero no es de extrañar que ante la evolución y auge que fue cogiendo el coleccionismo de sellos en el Siglo XIX, que toda mente lúcida en busca de fortuna inmediata, utilizase cualquier mecanismo para hacerse filatelista por la vía más rápida.

Ni se os ocurra utilizar estos métodos para conseguir sellos postales con los que iniciarse en el filatelismo. Hay otras formas que dan un resultado similar y más satisfactorio.


Notas:

1.       Invitamos al lector a leer los muchos artículos que sobre el tema de los fraudes en el correo y en la filatelia, se han publicado en el Blog Ifac Filatélico (www.ifacfilatélico.com)

2.     En este respecto, fueron muchas las Reales Ordenes, Circulares y otros formatos, los publicados para informar al público sobre la necesidad de encaminar la correspondencia por los cauces oficiales.

3.      Así se solía llamar a varias monedas en distintos países y distintas épocas.

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