Apuntes Filatélicos
LAS
CARTAS DE LUTO
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
La cultura de la muerte siempre ha estado muy arraigada en la
sociedad. Desde tiempos inmemoriales, el viaje final al más allá, se ha
socializado de distintas formas, e incluso hoy en día según de qué país estemos
hablando, se vive de una u otra forma. Celebraciones como los de “Todos los
Santos” en España, o el “Día de los Muertos” en México, son un ejemplo de ello.
Y los mexicanos con su celebración van más allá, hasta el punto de que son
tradicionales las emisiones postales dedicadas a esta ancestral festividad.
En España tenemos el ejemplo de un curioso libro fechado en Madrid
en 1725 – año no confirmado oficialmente -, titulado “Correo del otro mundo al gran Piscator de Salamanca. Cartas
respondidas a los muertos por el mismo Piscator”, - Sarrahal de Milán -, del
autor D. Diego de Torres Villarroel, cuya lectura no nos dejará indiferentes, y
que ya nos deja claro que hasta la literatura se ocupó en el Siglo XVIII de la
correspondencia epistolar con el más allá.
Pero de los que nos vamos a ocupar hoy, es de la “Cartas de Luto”, y de ello la filatelia
y los coleccionistas tienen mucho que decir. No es una colección al uso, el ir
recopilando cartas de este tipo, pero son algunos filatelistas – o
coleccionistas en general – a los que les ha despertado un cierto interés por
la materia. En Calp, el filatelista Joaquín Vázquez Boronat posee una
considerable muestra de estas cartas, algunas de ellas con cierta historia
detrás de ellas.
Las cartas de luto son, cartas en las que se informaba del
fallecimiento de alguien, e incluso servían para transmitir el pésame. Pensemos
que en una época de la historia en la que la forma más rápida de comunicar un
hecho, en este caso triste y luctuoso, era el correo. Cualquier fallecimiento
que se tuviera que comunicar pasaba necesariamente, o bien por su publicación
en la prensa escrita ó por el envío de este tipo de correspondencia, dando la
triste noticia. Y son cartas que a simple vista se aprecia una notable
diferencia – en la mayoría de ellas -, frente a otras: llevan un borde más o
menos grueso de color negro que ocupa todo el frontal del sobre, incluso a
veces el reverso del mismo también. Incluso el papel que se usaba para
comunicar el fallecimiento de alguien, o en su caso de manifestar ese pésame a
la familia, iba también con esa decoración en negro ocupando todo el borde del
papel.
En épocas, ó países en los que el luto por el fallecimiento de un
ser querido, era tal vez más estricto de lo que podamos imaginar, sin haber una
reglas escritas al respecto, incluso la familia durante un espacio de tiempo,
usaría de estas cartas y papeles con el borde de color negro, para cualquier
tipo de comunicación escrita, envío de facturas si se trataba de una empresa,
etc. No solo se llevaría luto con la vestimenta a usar, sino que la
correspondencia epistolar, daría cuenta de ello.
El uso del negro como señal de luto viene de tiempo inmemorial. El
negro representa la ausencia de luz, que viene a representar la vida. En
algunas tribus antiguas, el miedo a que el alma de los difuntos se introdujera
en los vivos, les hacía pintarse totalmente de negro para de esa forma pasar
desapercibidos. Los propios Reyes Católicos, establecieron como norma el uso
del negro como símbolo de luto, y lo promulgaron con unas leyes a las que
denominaron como “Pragmáticas de Luto y Cera”. Con el tiempo, el color negro se
quedó para representar esa expresión de dolor ante la muerte. Hoy nos es
habitual incluso el conocido “Crespón negro”, que se puso de moda tras los
atentados del 11 de marzo de 2004, y que aparece en el sello de Correos de ese
mismo año, en homenaje a las víctimas de aquel atentado.
Sobre el origen de este tipo de correo de luto, la controversia o
disparidad de opiniones está servida. No hay una fecha clara de inicio del uso
de esta correspondencia luctuosa, aunque podemos señalar que con toda seguridad
se inició en el Siglo XIX y fue muy popular hasta los años 70-80 del pasado
Siglo XX. Otros estudiosos de la materia, afirman que se pueden encontrar
cartas de luto desde el mismo momento que se estableció como costumbre el uso
de sobres en la correspondencia, e incluso hay quién afirma que su inicio está
ligado a los orígenes de los primeros sellos en España y su uso como pago
previo para el envío de cartas, algo que a la vista de los ejemplares
cotejados, podemos desmentir categóricamente, dado que hay ejemplos de estas
cartas, fechas con anterioridad al uso del sello postal en España, incluso al
uso del sobre en la correspondencia.
Es más, el Archivo de la Corona de Aragón dispone de una serie de
legados con correspondencia de los Siglos XIII al XVI, que corresponden a
diferentes epístolas anunciadoras de fallecimientos y cartas de condolencias,
documentos de una relevancia histórica sin precedentes – La Muerte en la Casa Real de Aragón. Institución Fernando el Católico.
2018 -.
La historiografía nos ha dejado verdaderos trabajos literarios sobre
la materia, especialmente de cómo proceder para redactar y enviar una “Carta de
Luto”, un proceder que tenía su ritual y su anatomía epistolar. Era muy serio
tema ponerse a escribir una de estas cartas, bien para informar del
fallecimiento, o bien para manifestar a la familia ese pésame que a través del
correo llevaba a los familiares. Se cuidaba muy bien el contenido de la misiva,
así como el hecho de introducir correctamente el destinatario, donde casi
siempre se ponía “…a la familia de…”,
indicando o bien el nombre del difunto o simplemente los apellidos.
Un coleccionismo poco arraigado, mucho menos conocido, gracias al
cual se han podido salvar cartas y escritos que son verdaderos documentos
históricos, que reflejan el sentir de una época, de un momento histórico que
tal vez hoy con las nuevas tecnologías al alcance de la mano, haya conseguido
que escribir unas letras para dar el pésame, sea algo impensable.