SELLOS DE PAISES QUE YA NO EXISTEN (XII)
Por
Rafael Eduardo Pérez Gómez
TIERRA DE FUEGO 1891.
Situada en el extremo sur del
continente americano, fue llamada Tierra de Humos por Fernando de Magallanes,
por las hogueras que los nativos encendían en las playas. Tras el hallazgo de
oro en el siglo XIX comenzó un largo conflicto entre Chile y Argentina, aunque
Tierra de Fuego nunca fue independiente.
En 1886 llego a la zona Julius
Popper, judío de origen rumano nacido en Bucarest y formado como ingeniero en
Paris, encontró mucho oro y se puso al frente de la Compañía de Lavaderos de
Oro del Sur. Argentina le cedió los derechos de todos los yacimientos. Fundó un
imperio con base en Punta Arenas.
Los colonos británicos criaron
grandes rebaños de ovejas, pero los indios pensaron que eran de propiedad
colectiva e iniciaron su cacería. Así se originó el genocidio impulsado por los
granjeros. Los que no fueron asesinados murieron de enfermedades infecciosas
con lo que fueron exterminados.
En esa época Julius Popper
presentó su único sello, el Diez Oro, de diez centigramos de polvo de oro. El
sello mostraba el equipamiento básico de los buscadores de oro: maza, pico y
cedazo rodeando la P de Popper. No se conocen matasellados. Argentina nunca dio
validez a estos sellos y exigía un franqueo adicional para darles curso.
MAFEKING 1899-1900
Era una pequeña ciudad, fundada en
1860, cercana a la estación de tren de Mafeking, en la colonia británica del
cabo de Buena Esperanza, cerca de la frontera de la república boer de Transvaal.
Los británicos declararon la guerra a los Boers en 1899 que habían rodeado la
ciudad unos días antes.
En Mafeking había un barrio de
blancos y otro de negros, en un radio de 10 km. En el primero residían algo más
de 1.700 hombres mujeres y niños, incluidas las tropas del coronel Robert Baden
Powel. El barrio negro alojaba a unos 7.500 nativos de la tribu barolong. A
pesar de estar sitiados por 6.000 boers y con dificultades por la falta de
alimentos, sobre todo los nativos, la ciudad seguía su curso. Los Boers no
salían de su asombro.
Sobre todo, cuando vieron que los
británicos emitieron sellos para su comunicación interna. Para los británicos
una sociedad bien organizada debe disponer de sellos. La calidad era casi
perfecta, tanto la perforación como el pegamento. Los imprimieron en Towsend
& Son, en la plaza, con un procedimiento fotográfico: los negativos se
colocaban en contacto directo con las hojas, impregnadas de sustancias químicas
reactivas a la luz producidas de ferro gallate (tinta ferrogálica) sustancia
extraída de la savia de las acacias. Los sellos en blanco y azul eran de una
precisión impresionante.
El ejemplar adjunto, en mal
estado, muestra a un chico en bicicleta, basado en una fotografía del muchacho
Warner Goodyear, que estaba al frente de la tropa de cadetes de la ciudad. Su
trabajo era, entre otros, repartir el correo.
Nota:
Bibliografía consultada: “Países de Nunca
Jamás. 50 estados que la historia ha borrado”. Bjorn Berge (2024).
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