22 octubre 2022

DE CUANDO EL CONTROL DEL CORREO ERA UN TEMA PRIORITARIO.

 

Apuntes Filatélicos

EL CACIQUE Y EL CARTERO

Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico

 

Este bien podría ser el título de una novela ambientada perfectamente en una época a caballo entre mitad del Siglo XIX y principios del XX, y como escenario la comarca de la Marina Alta, aunque por lo que vamos a describir, bien podría ser también cualquier otro escenario en aquella España rural que tuvo como personaje social y político al cacique local. En el Siglo XIX, España era un país de un ámbito muy local, donde las distancias no siendo grandes entre poblaciones, las malas comunicaciones las hacían parecer enormes.

El caciquismo fue una entramado político y social de relaciones que marcó la vida cotidiana de la España de la Restauración que bien podemos situar entre los años 1874 y 1923 (o tal vez mucho antes), una España Borbónica en la que los caciques, terratenientes y algunos “amos”, se encargaban de controlar todo aquello que se podía controlar, siempre con el fin de amasar cierto poder, que junto a su alto nivel económico, les mantuviese en ese estatus social del que se servían.

Retrato al óleo de D. Domingo Montaner i Montaner
citado en este artículo.
Alcalde y Terrateniente de Xaló en el Siglo XIX
Fuente: Archivo Jaume Noguera Mengual

Y puestos a controlar, ya no solamente controlaban a la gente en cuanto llegaba el momento de ejercer el voto, sino que estos “señores” se servían de cierto “clientelismo”, para tener bajo control cualquier aspecto de la vida social y económica de la población, fuese rural o urbana. Todo aquello que era importante para el día a día, debía ser controlado.

Este periodo de tiempo marcado en la comarca por el poder ejercido por ciertas familias adineradas, tenía claro que uno de los aspectos que debían controlar, era el del control de la correspondencia; es decir, tener a los carteros, peatones-conductores y demás cargos de la administración postal, bajo su protección y tutela. Muchas poblaciones en la segunda mitad del Siglo XIX, todavía no tenían carteros de los llamados “oficiales”, nombrados por el gobierno de turno, sino que era un cargo municipal que ejercía la persona que desde el consistorio se elegía para ello, y que percibiría su salario de las arcas municipales. Sabido es pues que para el cacique era fundamental controlar el ayuntamiento aunque para ello no tuviese que precisamente ejercer como alcalde. De esta forma, también la llegada y salida de correspondencia era controlada a su antojo. Y especialmente la recepción de la prensa de la época, la que no le era afín a sus creencias políticas, que evitaba a toda costa que llegase a manos de sus oponentes políticos y mucho menos a la opinión de la ciudadanía.

El tema del control del correo por parte de los Caciques
no fue un tema aislado de esta Comarca.
Periódico El Constitucional 05.06.1879

Existen varios casos documentados en los que conocemos el control que se hizo sobre la correspondencia por parte de los “Señores de la Marina”. En 1882, el periódico “El Constitucional” de Alicante, da cuenta de las quejas que le llegan de sus suscriptores de “Benisa”, que aluden no recibir el periódico por “…ser detenido por el cartero de Benisa, humilde instrumento de los conservadores…”. Incluso cita que cierta correspondencia procedente de Madrid, remitida por el Liberal D. Leopoldo Laussat, congresista por Dénia en 1881 y derrotado por el cacique conservador D. Antonio Torres Orduña en la siguientes elecciones de 1884, se extravía al llegar a Benissa. Para que eso no suceda el destinatario de dicha correspondencia no le queda otra que recibirla en la población de Teulada.

Hay constancia de que en el año 1886 (El Constitucional 16-febrero), fueron cesados muchos carteros peatones en la comarca, siendo sustituidos por otros que tuvieron la recomendación del Sr. Laussat, que en 1886 fue nombrado Senador por la circunscripción electoral de Alicante. Se percibe con ello la importancia que, tanto para unos como para otros, tenía el poder controlar a estos encargados de la correspondencia.

Otro caso también citado por la prensa en 1892, es el que referencia al peatón-conductor de la correspondencia de Pedreguer a Lliber, D. José Más Escales, donde la noticia cita como algo anecdótico el hecho de que este cartero-peatón “…cuente con la ayuda o beneficio del caciquil de Jalón…”. Según datos que aporta el historiador y escritor D. Jaume Noguera Mengual, el cacique citado con toda seguridad sea el terrateniente D. Doménec Montaner i Montaner, personaje al que se le conocía en la localidad como el “caciquil” por no tener un extraordinario poder, pero si el suficiente como para hacer que cartero-peatón fuese de sus agrado, que a su vez en 1892 era alcalde de la localidad. Había que controlar todo sin perder ni un ápice de poder.

La historia se quedaría corta y pobre si no añadimos la información que el artículo que el periódico nos aporta al decirnos que, el Sr. Más Escales, delega sus servicios en Domingo Alos, que a su vez manda a su hijo de corta edad hacer su función, y a la postre es la hermana del niño la que reparte la correspondencia a domicilio. ¡Todo queda en casa y bien controlado!

En Benissa, en 1894 la maestra Dña. Filomena de Thous Moncho (estuvo en Benissa hasta 1915), lectora asidua del periódico El Alicantino, publicaba una queja sobre el mal funcionamiento del correo, al no haberle entregado una carta cuyo remitente era el Circulo Católico de Obreros (sin indicar desde que ciudad se les envió la carta), pero evidenciando nuevamente que el correo, por entonces, era bastante selectivo según de donde procedía o a donde iba destinado.

Ya en 1901, El Centinela nos da unas pinceladas de situaciones muy similares a las descritas. Por ejemplo cita que en Benissa ejercía la función de cartero Felipe Ivars Oliver, pero al ser nombrado concejal por el partido conservador, y para no perder la función de Jefe de la Cartería, cedió su puesto a su tío Juan Ivars Ausina, y continuaron con la praxis de controlar el correo para quienes no eran afines a su ideología política. Algo cambió la cosa en 1902 al ser nombrado como cartero en Benissa a D. Cayetano Cervera Pineda, aunque la alegría para una parte de la población de entonces duró poco; en febrero del año siguiente, cesaba de su cargo y era nombrado un nuevo cartero que como bien se comenta en el Centinela “…era de la total confianza del Sr. Torres Orduño…”.

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