Apuntes
Filatélicos
EL
CACIQUE Y EL CARTERO
Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico
Este bien podría ser el título de una novela ambientada
perfectamente en una época a caballo entre mitad del Siglo XIX y principios del
XX, y como escenario la comarca de la Marina Alta, aunque por lo que vamos a
describir, bien podría ser también cualquier otro escenario en aquella España
rural que tuvo como personaje social y político al cacique local. En el Siglo
XIX, España era un país de un ámbito muy local, donde las distancias no siendo
grandes entre poblaciones, las malas comunicaciones las hacían parecer enormes.
El caciquismo fue una entramado político y social de
relaciones que marcó la vida cotidiana de la España de la Restauración que bien
podemos situar entre los años 1874 y 1923 (o tal vez mucho antes), una España
Borbónica en la que los caciques, terratenientes y algunos “amos”, se
encargaban de controlar todo aquello que se podía controlar, siempre con el fin
de amasar cierto poder, que junto a su alto nivel económico, les mantuviese en
ese estatus social del que se servían.
Retrato al óleo de D. Domingo Montaner i Montaner citado en este artículo. Alcalde y Terrateniente de Xaló en el Siglo XIX Fuente: Archivo Jaume Noguera Mengual |
Y puestos a controlar, ya no solamente controlaban a la
gente en cuanto llegaba el momento de ejercer el voto, sino que estos “señores”
se servían de cierto “clientelismo”, para tener bajo control cualquier aspecto
de la vida social y económica de la población, fuese rural o urbana. Todo
aquello que era importante para el día a día, debía ser controlado.
Este periodo de tiempo marcado en la comarca por el
poder ejercido por ciertas familias adineradas, tenía claro que uno de los
aspectos que debían controlar, era el del control de la correspondencia; es
decir, tener a los carteros, peatones-conductores y demás cargos de la
administración postal, bajo su protección y tutela. Muchas poblaciones en la
segunda mitad del Siglo XIX, todavía no tenían carteros de los llamados
“oficiales”, nombrados por el gobierno de turno, sino que era un cargo
municipal que ejercía la persona que desde el consistorio se elegía para ello,
y que percibiría su salario de las arcas municipales. Sabido es pues que para
el cacique era fundamental controlar el ayuntamiento aunque para ello no
tuviese que precisamente ejercer como alcalde. De esta forma, también la
llegada y salida de correspondencia era controlada a su antojo. Y especialmente
la recepción de la prensa de la época, la que no le era afín a sus creencias
políticas, que evitaba a toda costa que llegase a manos de sus oponentes
políticos y mucho menos a la opinión de la ciudadanía.
El tema del control del correo por parte de los Caciques no fue un tema aislado de esta Comarca. Periódico El Constitucional 05.06.1879 |
Existen varios casos documentados en los que conocemos
el control que se hizo sobre la correspondencia por parte de los “Señores de la
Marina”. En 1882, el periódico “El
Constitucional” de Alicante, da cuenta de las quejas que le llegan de sus
suscriptores de “Benisa”, que aluden no recibir el periódico por “…ser detenido por el cartero de Benisa,
humilde instrumento de los conservadores…”. Incluso cita que cierta
correspondencia procedente de Madrid, remitida por el Liberal D. Leopoldo
Laussat, congresista por Dénia en 1881 y derrotado por el cacique conservador
D. Antonio Torres Orduña en la siguientes elecciones de 1884, se extravía al
llegar a Benissa. Para que eso no suceda el destinatario de dicha
correspondencia no le queda otra que recibirla en la población de Teulada.
Hay constancia de que en el año 1886 (El Constitucional
16-febrero), fueron cesados muchos carteros peatones en la comarca, siendo
sustituidos por otros que tuvieron la recomendación del Sr. Laussat, que en
1886 fue nombrado Senador por la circunscripción electoral de Alicante. Se
percibe con ello la importancia que, tanto para unos como para otros, tenía el
poder controlar a estos encargados de la correspondencia.
Otro caso también citado por la prensa en 1892, es el
que referencia al peatón-conductor de la correspondencia de Pedreguer a Lliber,
D. José Más Escales, donde la noticia cita como algo anecdótico el hecho de que
este cartero-peatón “…cuente con la ayuda
o beneficio del caciquil de Jalón…”. Según datos que aporta el historiador
y escritor D. Jaume Noguera Mengual, el cacique citado con toda seguridad sea
el terrateniente D. Doménec Montaner i
Montaner, personaje al que se le conocía en la localidad como el “caciquil”
por no tener un extraordinario poder, pero si el suficiente como para hacer que
cartero-peatón fuese de sus agrado, que a su vez en 1892 era alcalde de la
localidad. Había que controlar todo sin perder ni un ápice de poder.
La historia se quedaría corta y pobre si no añadimos la
información que el artículo que el periódico nos aporta al decirnos que, el Sr.
Más Escales, delega sus servicios en Domingo Alos, que a su vez manda a su hijo
de corta edad hacer su función, y a la postre es la hermana del niño la que
reparte la correspondencia a domicilio. ¡Todo queda en casa y bien controlado!
En Benissa, en 1894 la maestra Dña. Filomena de Thous
Moncho (estuvo en Benissa hasta 1915), lectora asidua del periódico El Alicantino, publicaba una queja sobre
el mal funcionamiento del correo, al no haberle entregado una carta cuyo
remitente era el Circulo Católico de Obreros (sin indicar desde que ciudad se
les envió la carta), pero evidenciando nuevamente que el correo, por entonces,
era bastante selectivo según de donde procedía o a donde iba destinado.
Ya en 1901, El
Centinela nos da unas pinceladas de situaciones muy similares a las
descritas. Por ejemplo cita que en Benissa ejercía la función de cartero Felipe
Ivars Oliver, pero al ser nombrado concejal por el partido conservador, y para
no perder la función de Jefe de la Cartería, cedió su puesto a su tío Juan
Ivars Ausina, y continuaron con la praxis de controlar el correo para quienes
no eran afines a su ideología política. Algo cambió la cosa en 1902 al ser
nombrado como cartero en Benissa a D. Cayetano Cervera Pineda, aunque la
alegría para una parte de la población de entonces duró poco; en febrero del
año siguiente, cesaba de su cargo y era nombrado un nuevo cartero que como bien
se comenta en el Centinela “…era de la
total confianza del Sr. Torres Orduño…”.
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