Apuntes
Filatélicos
SER
CARTERO EN LOS AÑOS 30
Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico
Ser cartero en los años 30 del pasado siglo, no debió
ser impronta fácil. Las primeras décadas del Siglo XX, fueron años de cambios y
transformaciones políticas y sociales en España, cambios que en ocasiones se
producían uno tras otro sin tan siquiera asimilar el anterior. Unos cambios que
la sociedad española ansiaba pero que no llegaban a cuajar, o tal vez la
sociedad no estuvo preparada para ello.
El Correo fue testigo directo de esos cambios, que con
la llegada de la II República a España, iba a tratar de transformar una
sociedad anclada en el pasado, y sus funcionarios en la mayoría de los casos
sufrieron en sus propias carnes unas adaptaciones en sus puestos de trabajos,
que pretendían sin duda ser mejoras laborales y sociales, pero que no
precisamente fue así. Los cambios que con la II República se produjeron, o se
iban a producir, no gustaron a todo el mundo.
D. Pedro Sala Rodrigo. Cartero en Calp durante gran parte de los años de la II República |
El 14 de abril de 1931 España amanece republicana.
Dejaba atrás un periodo monárquico y una situación social y económica que el
nuevo régimen político en España, pretendía cambiar. De entre los muchos
cambios que se anunciaron con el nuevo régimen, se propusieron una serie de
modificaciones ap,ñ en el estamento postal, con la intención de realizar una Reorganización del Cuerpo de Correos (Diario
de Alicante de 12 de noviembre de 1931), que afectaría también a los carteros
que por aquellos años se encargaban de la correspondencia en la comarca. Estos cambios que se proponían como Proyecto
de Ley, entre otras cosas, establecería que la organización del correo pasaba
por tener Administraciones Principales, Especiales, Estafetas y Carterías, y
así quedaría pues el mapa postal en nuestra comarca, con la Administración
Principal en Dénia, y las Estafetas de Pego y Xábia, además de las carterías
establecidas, y un cuerpo de funcionarios compuesto de carteros y
peatones-conductores de la correspondencia.
Formar parte de este equipo de carteros tenía sus
condiciones específicas, que separaba a hombres y mujeres en cuanto a la edad a
la que podían acceder, siendo para los hombres no exceder de 35 años y contar
con 3 de experiencia como cartero, peatón, etc. para entrar en el cuerpo de
auxiliares, y en el caso de las mujeres para el mismo puesto tener entre 16 y
30 años, y acceder al puesto a través de oposición. Al cuerpo Técnico de
Correos, es decir para llegar al cargo de Administrador Jefe, se accedía a
través de convocatoria de oposición, para lo que la edad no debía superar los
30 años, sin especificar la nueva propuesta de ley, si era un puesto
exclusivamente para hombres o se permitía opositar también a las mujeres.
El hecho de estas propuestas de ley que pretendían
reorganizar y mejorar el servicio postal, es que en la comarca y por los datos
de que se disponen actualmente, pocas fueron las mujeres que accedieron a estos
puestos; más bien ninguna, puesto que ni de los carteros conocidos, ni tan
siquiera de las conducciones de la correspondencia por el interior de la
comarca, aparece el nombre de ninguna mujer desempeñando el cargo. Al respecto
conocemos los nombres de los carteros que en 1932 desempeñaban su cargo en
Benissa, D. Eduardo Moll Moll, en Ondara D. José Riquelme, en Calp D. Pedro
Sala Rodrigo (desde 1927) “Pedro el cartero” ó “Pedro el de la Cooperativa”, y
en Castell de Castells como cartero, D. Pedro Verdú, y en Pedreguer como peatón
conductor a D. Juan Fornés Fornés.
A pesar de que el papel de la mujer en el cuerpo de
Correos era casi inexistente hasta la llegada de la II República, la nueva ley
iba a equiparar, al menos, los salarios entre hombres y mujeres. Así se
desprende de lo publicado por la prensa de la época que los funcionarios del
cuerpo auxiliar de Correos percibirían por igual entre 3.000 y 7.000 pesetas
anuales, además de emolumentos por quinquenios, horas extras, etc.
Pero como toda “Propuesta de Ley”, precisaría de un
respaldo económico en los Presupuestos de esta recién nacida II República, que
al parecer no se reflejaron a tenor de las muchas quejas que la prensa recogía
a partir de agosto de 1931, cuando la Ley sería aprobada por el gobierno. Al
final, la cifra destinada a la reforma tan solo sería del 50%, lo que llevaría
por lógica a reducir el salario que estos carteros percibirían por aquel duro
desempeño de su trabajo en una condiciones, algunos de ellos tan malas que
hacían que muchos de estos funcionarios de correos, en nuestra comarca, optasen
por renunciar a su cargo, o realizar otras tareas paralelas para poder tener
ingresos suficientes.
Si la situación en Correos ya era lastimosa durante los
últimos años de la monarquía de D. Alfonso XIII, en la que conocemos plazas de
carteros vacantes, como la de Calpe en 1924 que debía ser convocada, con un
sueldo anual de 312 pesetas (Gaceta de Madrid 01.01.1928), que no era una
cantidad desorbitada, durante la II República, los pocos años que duró, no fue
mucho mejor. El cartero peatón D. Juan Fornés Fornés, que se ocupaba de la
conducción Pedreguer a la Llosa de Camacho en 1932, renuncia a su cargo como
tal “…al haber sido admitido como Guardia
de Seguridad…”, puesto de trabajo que seguramente estaría mejor pagado.
Las mejoras salariales para los carteros y peatones,
fueron llegando evidentemente. Ya en 1938, con la guerra civil en pleno apogeo
y nuestra comarca todavía bajo el control de la II República, encontramos que
el salario del Jefe de la Oficina de Correos de Benissa, era de 5.000 pesetas,
y que el cartero-peatón de Beniarbeig, D. José Más Cabrera, pasaría a cobrar a
partir del 1 de mayo de 1938, el haber anual de 1.916,25 Ptas., cuando al
iniciar su andadura en Correos su salario era de 1.300 Ptas.
La II República puso los cimientos a grandes cambios
que finalizada la guerra civil, se fueron todos al traste. Pero ese es otro
episodio de la historia de nuestro correo que ya contaremos en otra ocasión.
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