29 julio 2023

Apuntes Filatélicos. DETALLES PARA EL ESTUDIO DE LOS SOBRES-MONEDERO.

 

Apuntes Filatélicos

EL SOBRE-MONEDERO

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico

 

La historia del correo, a lo largo de los siglos, ha dado pie a la creación de una serie de útiles, herramientas y objetos, que hoy forman parte de la historia, y como tales son perceptibles de ser coleccionados, a veces más allá del ámbito puramente filatélico, es decir, objetos que raramente veremos en una colección filatélica como tal, pero si en aquellas colecciones de quienes guardan fielmente todo lo relacionado con el correo y su día a día a través de los años.

De entre todos estos objetos relacionados con el correo y su transcurrir diario, encontramos uno del que poco se habla, que tuvo su vigencia desde principios del Siglo XX, y que encierra esa curiosidad que lo hace una pieza relevante en cualquier museo postal, sea o no privado este, y que el desaparecido filatelista D. Evaristo Alfaro  -Q.e.p.d.-, buen conocedor de ellos, empezó a estudiarlos antes de su repentino fallecimiento. Me estoy refiriendo a Los Sobres-Monedero.

Ejemplar de sobre-monedero con el detalle de los huecos previstos para colocar las monedas
Archivo E. Alfaro

La nomenclatura para denominarlos no está del todo clara, porque los vamos a encontrar tanto como carta-monedero, o como sobre-monedero, o incluso Servicio de Valores en Metálico, pero se tratada de un servicio que Correos iba a ofrecer a la ciudadanía para poder enviarse dinero a través del servicio de correos. Hasta entonces, este paso se podía ofrecer o realizar utilizándose el conocido como Giro Postal, que dejó de servirse en las Oficinas de Correos por la Real Orden del 1 de abril de 1856, y no se volvería a reemprender el servicio, hasta ya el año 1909 (Ley de bases del 14 de junio).

Consistía en dar ese servicio esencial de poder remitir por correo dinero entre la gente menos pudiente, dado que la gente pudiente ya tenía sus medios –mensajeros propios- para tal menester. Por ello, por medio del Real Decreto de fecha 30 de noviembre de 1899 –Gaceta de Madrid del 01.12.1899- se autorizaría, con la garantía del Estado y sin limitación de oficinas –se incluía tanto pueblos, aldeas y caseríos de toda España-, el envío de dinero por el remitente, hasta 50 pesetas en cada envío.

Y se trataba, como vemos en la imagen, de un sobre preparado para la ocasión, donde el remitente podía incluir en su interior ciertas monedas de diferente tamaño, –según las utilizadas en la época-, que era precintado una vez cerrado, y en el que el remitente declaraba la cantidad, sin pasarse de las 50 pesetas, que iban en el interior. El Estado garantizaba que el sobre llegaría a su destino, fuese este cual fuese.

Instrucciones de uso de los sobres monedero
Archivo Ifac Filatélico

Este sobre se vendía en los estancos por el precio de 0,25 ptas., y según la propia normativa creada para la ocasión, “…debía llevar únicamente en sellos de correos, 15 céntimos –de peseta- por cada 60 gramos de peso, y el derecho de certificado, o sean 25 céntimos más en sellos también…”.  Cabe destacar que allí donde no había oficina de correos, los certificados debían hacerlos tanto los peatones como los carteros rurales, algo que por entonces sucedería en muchos enclaves de la Marina Alta.

Pero el estudio que iniciaría, como he citado, el filatelista madrileño D. Evaristo Alfaro, tal vez quedó incompleto, y bien está que le añadamos alguna pincelada que la prensa de la época nos aporta, para conocer por ejemplo que, según leemos en el periódico La Atalaya –Santander- de fecha 8 de abril de 1900, “…la adopción de los sobres monederos recientemente adoptados para el envío por correo de cantidades de 50 pesetas, no ha sido debida a la iniciativa de la Dirección del ramo, sino a la de una particular (…) que ha celebrado un contrato por 6 años con la compañía arrendataria -Correos- según el cual la empresa –particular- hará el surtido –de sobres-monedero-…” Es decir que esta iniciativa que se pensaba era del ente postal Correos, fue un invento de una mente lúcida y pensante, siendo Correos quién percibiera un porcentaje de la venta de este tipo de sobres, del 20% cuando el precio de cada sobre exceda de 25 céntimos, y de de 5 céntimos de peseta cuando no llegué a esa cantidad.

Sendos anuncios publicados en la prensa de la época (1908 y 1916) con detalles interesantes para 
conocer mejor este tipo de sobres de la historia del correo

La queja de este tipo de noticias, que también reproducirían otros periódicos del momento, se centraba en que se trataba de una concesión sin publicidad alguna, ni concurso previo, lo que conocemos como adjudicación a dedo. No ha trascendido el nombre de la empresa que tuvo tal privilegio, salvo un anuncio publicado –de entre los muchos visualizados- en El Noticiero de Soria de fecha 4 de noviembre de 1908, el cual anuncia los beneficios de este tipo de sobre-monedero, y da como dato de la empresa que los tenía a la venta, una cuya dirección estaba situada en la Calle Goya 6, bajo, de Madrid –misma que aparece en los sobre-, y que respondía al nombre de Sociedad del Sobre Monedero, tal vez tratándose de una empresa creada expresamente para esta gestión.

Este mismo anuncio nos aporta datos muy interesantes. Nos indica una serie de lugares donde se podían adquirir, que difieren un poco de los inicialmente indicados: se vendían en Estancos, Administraciones, Estafetas de Correos y Carterías, librerías y tiendas de objetos de escritorio, etc. Otro anuncio, esta vez más posterior, concretamente publicado en el periódico El Heraldo Alavés  de fecha 28 de octubre de 1916, nos indica que aunque el giro postal se volvió a restablecer en España a partir de 1910 –Ley de Bases del 14 de junio de 1909-, en 1916 se seguía ofreciendo y comercializando el sobre-monedero.

Entre las muchas ventajas que la prensa le atribuyó a este tipo de envío de dinero por correo, se citaba el de la madre que podía enviar dinero a su querido y amado hijo el cual estaba haciendo el servicio militar, o la esposa que teniendo al marido preso, podría hacerle con este tipo de cartas, la vida algo más cómoda en presidio. En ambos casos, se evitaba el tener que ir a una población mayor para realizar un giro postal, una vez reestablecido, porque estos solo se podían hacer en ciertas oficinas de correos, mientras que la carta-monedero se circulaba desde cualquier punto de España y por correo certificado.

No hay una fecha concreta en la que se sepa que dejó de usarse este método, aunque se ha podido constatar que hasta 1917, la prensa siguió publicando anuncios sobre las cartas-monedero y sus beneficios.

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