21 octubre 2023

Apuntes Filatélicos. UN POCO DE LA HISTORIA DE AQUEL SELLO QUE CAMBIÓ UNA COSTUMBRE

 

Apuntes Filatélicos

EL SELLO QUE CAMBIÓ UNA COSTUMBRE

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico

 

Los humanos somos seres de costumbres. Modificar los hábitos establecidos en la gente no es algo fácil de conseguir, ni debió de serlo cuando de repente España establece el franqueo previo en el envío de la correspondencia en 1850. Hasta entonces los españolitos de la época seguían enviando la correspondencia a gastos debidos, es decir que en la mayoría de los casos pagaba quién recibía la carta. Por entonces Inglaterra ya llevaba 10 años utilizando con éxito este sistema de usar sellos como justificante del pago de un servicio postal realizado, y tras la Gran Bretaña, les seguirían los Cantones de Zúrich y Ginebra (1843), Brasil (1843), y Baviera y Francia (1949), por citar algunos ejemplos.

A España no le fue fácil tomar la decisión de cambiar esos hábitos de franquear las cartas, que desde tiempo inmemorial estaba establecido en la sociedad. El primer intento lo encontramos ya en 1843 (17 de agosto), cuando el Ministro Fermín Caballero redacta una Orden Ministerial en la que se estudie precisamente el establecimiento del franqueo de las cartas por medio de sellos, pagando previamente el envío de la correspondencia. El texto venía a decir lo siguiente: “...Deseando el gobierno provisional evitar los inconvenientes graves a que está sujeta la contabilidad del ramo de Correos (…) ha venido a resolver que V.E., mirando como objeto preferente de su nuevo cargo el establecimiento del franqueo previo adoptado modernamente en algunos países de la culta Europa, proponga con la mayor brevedad  posible el criterio más adecuado…”.

La situación política reinante en España por entonces no dio con la introducción del sello en la correspondencia hasta el 1 de enero de 1850, aunque a los españoles, a diferencia del resto de europeos cultos, se les dio el beneplácito de seguir durante unos años, decidiendo si enviaban las cartas franqueadas en origen o a franquear en destino. No fue hasta el 1 de julio de 1856 (R.D. 05.02.1856) cuando fue obligado el uso de sellos en cualquier tipo de correspondencia envía desde España.

Y como todo cambio de hábitos en una época en la que informar a la población solo tenía un camino: la prensa, esta se encargó de dar cumplido detalle de cómo se iba a hacer esa sustancial modificación postal. Raro es el periódico de la época que durante los meses previos al inicio del uso de sellos en la correspondencia, no lleve en su interior todas las Normativas, Instrucciones, Reales Decretos, y demás leyes que al respecto, promulgó el gobierno español.

Estas publicaciones daban precisa cuenta que a partir del 1 de enero de 1850 quedaba “…abolido el actual método de franquear y certificar las cartas…”, dando cuenta además de cómo iba a ser los sellos e incluso como había que usarlos en las cartas. Hay que pensar que para los españoles era algo novedoso el uso de sellos en el franqueo, aunque el término novedoso no debió de serlo para todos puesto que como hemos visto algunos países ya llevaban tiempo usando estos pequeños papeles engomados, y seguramente muchas de esas cartas franqueadas llegarían a España.

Esas instrucciones que a través de la prensa se hizo llegar a la ciudadanía española, incluía incluso advertencia de que debía de mojarse muy bien la goma para que el sello no pueda despegarse, incluso indicaciones del lugar en el que debían ir los sellos en la carta en función de si se usaba uno o varios ejemplares.

Todo era novedoso. Desde 1850, en España para escribir y mandar una carta ya no era cosa solamente de escribirla y entregarla en la oficina de Correos o ponerla en un buzón. Ahora se podía franquear (o no), y ello debió de tener detractores y benefactores. Los primeros lo verían con malos ojos, algo innecesario. Los otros lo verían como algo necesario y bien para el progreso de España. Hay que pensar que por entonces, estaba mal visto enviar una carta “pagada” en destino. También la prensa de la época, según en qué línea editorial se moviera, hablaría bien o mal de esto de usar sellos en la correspondencia.

Era tradición y costumbre establecida por entonces, que pagase quién recibía. Así lo hizo incluso ver la prensa que trataba de anular esa costumbre arraigada en la sociedad. El Heraldo de Cádiz (10.01.1850), comenta en sus páginas “…en adelante será poco menos que una falta de buena crianza el escribir a nadie una carta que no lleve el sello de franqueo…”.

El Diario Constitucional de Palma de Mallorca (por citar alguno) de fecha 16 de enero de 1850, apenas unos días desde que se empezaron a usar estos primeros sellos, ya indicaba en una breve noticia que “…parece que ha sido bien recibida del público la disposición del franqueo previo de la correspondencia; la venta de sellos ha sido considerable…”.  Esta venta de sellos “considerable”, en muchos puntos de España se dio incluso días antes de la fecha indicada del 1 de enero. E incluso fueron muchas las cartas que se depositaron en los buzones, incluso en los últimos días del mes de diciembre de 1849, dando lugar a piezas mataselladas de una extraordinaria rareza para el filatelista experto.

Era evidente que el invento del sello postal para la correspondencia, o más bien el franqueo previo de cartas, era algo a la que España no se podía negar. Establecido ya en otros países, en los primeros 5 meses de 1850, se vendieron en España un total de 1.692.000 sellos de entre los 4 valores que se pusieron en circulación aquel año.

Aquel primer sello, y los sucesivos tanto de 1850 como en años posteriores, darían inicio a una nueva era en lo postal, pero también generó un producto que despertó el interés de quienes pasaron a llamarse coleccionistas de sellos. Una decisión, la de incorporar el sello al franqueo que cambió una costumbre…desde entonces en España, también paga quién envía.

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