Apuntes Filatélicos
EL
SELLO QUE CAMBIÓ UNA COSTUMBRE
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
Los humanos somos seres de costumbres. Modificar los hábitos
establecidos en la gente no es algo fácil de conseguir, ni debió de serlo cuando
de repente España establece el franqueo previo en el envío de la
correspondencia en 1850. Hasta entonces los españolitos de la época seguían
enviando la correspondencia a gastos debidos, es decir que en la mayoría de los
casos pagaba quién recibía la carta. Por entonces Inglaterra ya llevaba 10 años
utilizando con éxito este sistema de usar sellos como justificante del pago de
un servicio postal realizado, y tras la Gran Bretaña, les seguirían los
Cantones de Zúrich y Ginebra (1843), Brasil (1843), y Baviera y Francia (1949),
por citar algunos ejemplos.
A España no le fue fácil tomar la decisión de cambiar esos hábitos
de franquear las cartas, que desde tiempo inmemorial estaba establecido en la
sociedad. El primer intento lo encontramos ya en 1843 (17 de agosto), cuando el
Ministro Fermín Caballero redacta una Orden Ministerial en la que se estudie
precisamente el establecimiento del franqueo de las cartas por medio de sellos,
pagando previamente el envío de la correspondencia. El texto venía a decir lo
siguiente: “...Deseando el gobierno provisional evitar los inconvenientes graves a
que está sujeta la contabilidad del ramo de Correos (…) ha venido a resolver
que V.E., mirando como objeto preferente de su nuevo cargo el establecimiento
del franqueo previo adoptado modernamente en algunos países de la culta Europa,
proponga con la mayor brevedad posible
el criterio más adecuado…”.
La situación política reinante en España por entonces no dio con la
introducción del sello en la correspondencia hasta el 1 de enero de 1850,
aunque a los españoles, a diferencia del resto de europeos cultos, se les dio
el beneplácito de seguir durante unos años, decidiendo si enviaban las cartas
franqueadas en origen o a franquear en destino. No fue hasta el 1 de julio de 1856
(R.D. 05.02.1856) cuando fue obligado el uso de sellos en cualquier tipo de
correspondencia envía desde España.
Y como todo cambio de hábitos en una época en la que informar a la
población solo tenía un camino: la prensa, esta se encargó de dar cumplido detalle
de cómo se iba a hacer esa sustancial modificación postal. Raro es el periódico
de la época que durante los meses previos al inicio del uso de sellos en la
correspondencia, no lleve en su interior todas las Normativas, Instrucciones,
Reales Decretos, y demás leyes que al respecto, promulgó el gobierno español.
Esas instrucciones que a través de la prensa se hizo llegar a la
ciudadanía española, incluía incluso advertencia de que debía de mojarse muy
bien la goma para que el sello no pueda despegarse, incluso indicaciones del
lugar en el que debían ir los sellos en la carta en función de si se usaba uno
o varios ejemplares.
Todo era novedoso. Desde 1850, en España para escribir y mandar una
carta ya no era cosa solamente de escribirla y entregarla en la oficina de
Correos o ponerla en un buzón. Ahora se podía franquear (o no), y ello debió de
tener detractores y benefactores. Los primeros lo verían con malos ojos, algo
innecesario. Los otros lo verían como algo necesario y bien para el progreso de
España. Hay que pensar que por entonces, estaba mal visto enviar una carta
“pagada” en destino. También la prensa de la época, según en qué línea
editorial se moviera, hablaría bien o mal de esto de usar sellos en la
correspondencia.
Era tradición y costumbre establecida por entonces, que pagase quién
recibía. Así lo hizo incluso ver la prensa que trataba de anular esa costumbre
arraigada en la sociedad. El Heraldo de
Cádiz (10.01.1850), comenta en sus páginas “…en adelante será poco menos que una falta
de buena crianza el escribir a nadie una carta que no lleve el sello de
franqueo…”.
El Diario Constitucional de
Palma de Mallorca (por citar alguno) de fecha 16 de enero de 1850, apenas unos
días desde que se empezaron a usar estos primeros sellos, ya indicaba en una
breve noticia que “…parece que ha sido bien recibida del público la disposición del
franqueo previo de la correspondencia; la venta de sellos ha sido
considerable…”. Esta venta de
sellos “considerable”, en muchos puntos de España se dio incluso días antes de
la fecha indicada del 1 de enero. E incluso fueron muchas las cartas que se
depositaron en los buzones, incluso en los últimos días del mes de diciembre de
1849, dando lugar a piezas mataselladas de una extraordinaria rareza para el
filatelista experto.
Era evidente que el invento del sello postal para la
correspondencia, o más bien el franqueo previo de cartas, era algo a la que
España no se podía negar. Establecido ya en otros países, en los primeros 5
meses de 1850, se vendieron en España un total de 1.692.000 sellos de entre los
4 valores que se pusieron en circulación aquel año.
Aquel primer sello, y los sucesivos tanto de 1850 como en años
posteriores, darían inicio a una nueva era en lo postal, pero también generó un
producto que despertó el interés de quienes pasaron a llamarse coleccionistas
de sellos. Una decisión, la de incorporar el sello al franqueo que cambió una
costumbre…desde entonces en España, también paga quién envía.
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