Filatelia Temática
HABLAR DE LEALTAD ANIMAL TIENE UN NOMBRE: HACHIKO
Por José Ivars Ivars
Investigador y divulgador Filatélico
Sello dedicado a Hachiko |
En ocasiones, hay historias que conmueven por el mero
hecho de ser inusuales, y otras que lo hacen porque los componentes nos son
conocidos, como en esta ocasión en la que la historia nos habla de un perro y
su dueño, aunque más bien deberíamos decir, que la historia nos habla de mucho
más que eso tan simple, nos habla de amistad por encima de todo, de lealtad, y
sobre todo de que la sensibilidad humana existe, solo que no todos la tienen.
De sobra es conocida la historia de este perro, de raza “Akita”,
que estuvo la friolera de 10 años esperando el regreso de su “amo”, regreso que
nunca tuvo lugar. Historia que dicho de paso, no solo se ha escrito sobre ella,
sino que la cinematografía americana la llevó al celuloide (“Siempre a tu lado”.
Richard Gere 2009), pero en una versión hecha propia. Ya sabemos aquello de que
lo “Made in USA” a veces es un simple copia y pega, haciendo propio lo de
otros.
Y la filatelia, esa ciencia que de todo se ocupa, porque
aquellas sabias palabras que decían que “…si
algo no está en los sellos es porque no existe…”, son tan reales como la
vida misma, ha llevado al correo la imagen de este singular animal, que
demostró al mundo entero que la lealtad existe y que una relación perro-humano
es posible. Además, los que cultivan el arte de la filatelia temática, saben
que la temática “perros” (genéricamente), es muy habitual tanto en
coleccionistas juveniles como en adultos, habiendo grandes colecciones de este
tema tanto aquí como allende de los mares.
De esta historia que hoy nos ocupa aquí, 2 son sus
protagonistas. Por un lado el profesor de la Universidad Imperial de Tokio Hidasaburo
Ueno, y por el otro el mencionado perro akita, de nombre “Hachi”
(ó también conocido como Hachiko que traducido significa 8º Principe,
por ser el 8º de su camada). En 1923, este profesor universitario se puso a
buscar el que sería su amigo de compañía, un perro fiel, valiente e inteligente,
y lo encontró no sin dificultad en la raza de perros nipona “akita”, perro que
por aquel entonces era muy escaso, y cuyos orígenes se remontan a la época de
los emperadores que los tenían como perros guardianes. Hachi llego como
cachorro a la vida del profesor Ueno, y pronto se estableció un vínculo entre
ambos que el destino ya no truncaría, más allá incluso del fallecimiento de uno
de ellos.
Emisión año 2006 |
A medida que el tiempo pasaba, este vinculo, esta relación
entre hombre y perro, entre perro y hombre, fue aumentando. Largos paseos
juntos llevaban al animal a acompañar a su amo diariamente a la estación del
tren, donde el profesor se encaminaba a su trabajo, mientras el animal quedaba
en la estación y muy inteligentemente regresaba a casa, hasta que se hacía la
hora de regreso del tren que traía al profesor a su hogar de nuevo al finalizar
su jornada, y Hachi allí lo iba a esperar. Esta rutina la llevaba a cabo el
perro con mucha inteligencia durante casi algo más de 2 años, hasta que el
fatídico día del 21 de mayo de 1925, hizo que el profesor falleciese por un
derrame cerebral mientras daba clase en la Universidad de Tokio. A pesar de ello,
a pesar de que el tren ya no llevaría nunca más a su querido amigo de regreso a
casa, Hachi continuó yendo a la estación del tren a esperar su regreso. ¡10
Años esperando al amigo! Nada lo detuvo. Nadie se lo pudo impedir a pesar de
que tras el fallecimiento del profesor, su esposa al no poder hacerse cargo del
perro, lo donó, pero ni una nueva familia pudo conseguir que Hachi se olvidase
de quien tanto cariño le había dado. Hachiko realizaba el mismo recorrido que
tantas veces había hecho su dueño. Se escapaba de casa de su nueva familia,
para regresar a la casa desde donde partían él y su dueño, y se dirigía a al
estación, regresando una y otra vez a la espera de que el profesor descendiera del
tren.
Hachiko y su Estatua |
La historia de esta lealtad y fidelidad llegó a
conocimiento de un antiguo alumno del profesor, quién tras redactarla la
publicó en numerosos periódicos locales e incluso en uno de los más importantes
periódicos de Japón, artículos que llegaron al corazón de los nipones hasta el
punto de que, eran constantes las visitas a la estación para darle de comer al
perro e interesarse por su salud. Por aclamación popular y en agradecimiento a
esa lealtad infranqueable, se erigió una estatua en 1934 con el busto del
perro, a cuya inauguración el propio Hachi estuvo invitado como homenajeado.
Hachi falleció en 1935 (8 de marzo), esperando “lealmente”
y cada día a que su amigo regresase. Lo encontraron sin vida a los pies de la
estatua que un año antes se había puesto por su lealtad infinita. La gente del
lugar hizo que su cuerpo descansase en el cementerio de Aoyama, junto al de su
dueño. ¡Por fin estaban juntos de nuevo!.
Aquella estatua que se erigió en 1934, durante el periodo
de la II Guerra Mundial tuvo que ser fundida, como todas las de bronce del
país, para utilizar el metal, pero finalizada la contienda bélica, la población
nipona no se olvidó de su personaje canino y en 1948 una nueva estatua volvió a
recordar al perro, su lealtad y el amor que por quién lo cuidó le profesó toda
su vida.
Además de los muchos homenajes que cada año llegado el 8
de marzo, se le rinde al can fiel a los pies de su estatua situada en la
estación ferroviaria de Shibuya, el correo nipón ha puesto en circulación
numerosos sellos en homenaje a este perro, y su increíble historia. Tocaría
pues, adentrarse tal vez en un estudio más profundo de cuales son estas
emisiones, a la vez que con total seguridad el filatelista encontrará material
como enteros postales, matasellos, etc. que enriquezcan la colección.
Lo que es evidente es que todo aquel que temáticamente se
ponga a desarrollar una colección donde el perro sea el protagonista, no puede
pasar por alto esta historia, ni mucho menos a sus protagonistas. Ahora sabemos
que Hachiko era de una raza muy apreciada por los emperadores japoneses, que si
en la colección se añade una apartado que hable de la lealtad que estos
animales tienen, este perro ha de ser el protagonista indiscutible, que su estatua
de bronce sirvió como materia prima en la II Guerra Mundial, y que incluso en
un posible apartado “cinematográfico”, el cine ha llevado esta bonita historia
a la gran pantalla.
Queda solo una única cosa. Qué nunca olvidemos que si
nosotros no somos tan fieles con ellos, nuestros perros si lo serán siempre con
nosotros.
Muy conmovedor relato. Felicitaciones, por la historia y por la relación filatélica. No lo sabía.
ResponderEliminar