25 octubre 2025

Lo que la prensa nos contó...(78): LA PRENSA ALICANTINA Y LA HISTORIA DEL PRIMER SELLO DEL MUNDO.

 

 

Lo que la prensa nos contó… (78)

ALICANTE NOS CUENTA LA LEYENDA DEL 1er SELLO DEL MUNDO

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHp
©Ifac Filatélico

 

Qué os pensábais, que en Alicante nunca se habló de cómo surgió la idea del sello postal. Pues se hizó e incluso cuando la filatelia, tal vez, en Alicante todavía no era una afición consolidada. Estamos casi cerrando el año de 1876, y la prensa alicantina, concretamente el periódico El Graduador  que se editaba en la ciudad de Alicante, en su edición del día 11 de noviembre de 1876, lleva un interesante artículo que firma, seguramente como pseudónimo, un tal Teófilo, del que siempre afirmaré que debió de tratarse del primer coleccionista de sellos que tuvo la ciudad, dado que son varios los artículos que he podido leer y contemplar, con su propia firma, y todos sobre temas postales.

El articulo centrado en dar algunos datos de cómo surgió en Inglaterra la idea del sello postal, lo desglosa el autor en 3 partes, y es en la 2ª donde aparece una interesante explicación sobre el origen de los sellos, y que nos lleva a ver que esta realidad – o leyenda según se mire -, tiene tantas versiones y escenarios, como imaginación pueden llegar a tener quienes la cuentan. Estamos en 1876 y Teófilo, autor de esas líneas en la prensa, inicia su relato diciento que “…la invención del sello es bastante antigua…”. Tan solo habían pasado 36 años desde que en 1840 Inglaterra hiciera valer los sellos como franqueo previo en la correspondencia.

Detalle de la publicación del pequeño artículo sobre la invención del sello, publicada en el periódico alicantino "El Graduador" en su edición del 11 de noviembre de 1876

Parece ser que nuestro alicantino, divulgador de lo postal en los medios de la época, basa la información que plasma en el artículo, por un reciente libro sobre el tema que un buen amigo suyo ha publicado, por lo que no le podemos achacar a él mismo, los posibles errorer u omisiones que veamos, si bien en esto del nacimiento del sello postal, dificilmente podemos saber que versión de las conocidas, es la válida. En lineas generales, siempre se apunta un contexto similar que hace ver que el sistema postal de mediados del Siglo XIX – y fechas anteriores -, no es el más acertado ya que, la historia siempre habla de una carta o misiva que llega parta entregarse al destinatario, y este – o esta – tras observarla, la rechaza sin abonar el porte de la carta.

Pero en esta ocasión el escenario es muy similar al que estamos habituados a leer cuando del tema se trata. Nos encontramos en el Condado de Aberdeen, en el noroeste de Escocia, pero curiosamente ya no es Rowland Hill quién presenció la escena, sino que le aporta una nueva identidad. Teófilo – o quién escribiera el libro citado -, nombra a Mulready, como testigo de la escena que cambiaría el correo para siempre. Concretamente se refiere al pintor costumbrista irlandés William Mulready (1786-1863), y que en alguna que otra ocasión, diversos autores lo situan como el verdadero artífice de la idea de cambio en el envío de la correspondencia.

El relato prosigue, y aparece la que si es la auténtica protagonista del asunto: una chica joven que está al frente de una posada, en la que nuestro protagonista, fuese quién fuese, se detuvo para retomar fuerzas. Aquí el relato añade que la “…joven cuida de su anciama madre paralítica…”. Al rato, llegaría el cartero con la misiva a entregar a la joven, y nos dice que esta proviene de la ciudad de Londres. El cartero entrega la carta – hasta aquí todo bien -, y le solicita la cantidad de 5 reales a la joven – no olvidemos que por entonces, pagaba quien recibia -… pero ¿5 reales? Estos han debido adaptar la moneda que se usaba en la Gran Bretaña de entonces, con los reales que estaban en uso en España, para mejor entendimiento del lector.

Como en todas las versiones, la misiva fue rehusada por la posadera, y esta escena fue contemplada por el protagonista – que dicho sea de paso siempre se ha dicho que fue Sir Rowland Hill, pero parece que no queda claro esta cuestión -, y viendo cierto misterio en el asunto, quiso preguntar porque se devuelve una carta. La posadera le explica que su novio es quién se la manda – ya tenemos otra versión que dista mucho de las conocidas -, y que para ahorrarse el pago que supone el envío y recepción de una misiva, acordaron poner en la cubierta ciertas anotaciones a modo de “…pequeños signos….”, para indicar que su salud era buena y sus sentimientos amorosos estaban intactos. No me diréis que esta historia  no tiene unas connotaciones románticas muy de la época en la que se vivieron.

Fotografía de William Mulready (izquierda) y detalle de uno de los sobres "Mulready" diseñados por él mismo, y que se emitirían en Inglaterra junto al primer sello del mundo, para el uso en la correspondencia

La historia de cómo se fraguó la idea, necesaria y populista, del nacimiento del primer sello del mundo – que hay quién afirma que de primero nada -, como pago previo en los envíos postales, tiene tantas versiones que más que aclararnos el asunto, nos crea muchas dudas al respecto. Pero así son las leyendas. Llegar a la verdad puede resultar tan tedioso, que es mejor quedarnos con todas ellas, e ir conociendolas una a una, para que cada cual se quede con la que le parezca más veraz y verosimil.

Lo importante aquí, más allá de conocer una nueva versión entre cartero y posadera, es poder haber conocido que la prensa alicantina, allá por 1876 ya hablaba a sus lectores de sellos, algo que mucha prensa actual ni hace.

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