APUNTES
FILATÉLICOS
PIEZAS
DE MUSEO QUE NOS CUENTAN SU HISTORIA
Por
José Ivars Ivars / Divulgador e Investigador Filatélico
Los que nos dedicamos a coleccionar, sea lo que sea que guardemos como tesoros, sabemos bien que más allá de atesorar objetos, lo que hacemos es contribuir a rescatarlos del olvido, volverles a dar un uso que el tiempo se encargó de negarles, y especialmente hacer que nos hablen de la historia que encierran.
Esto
bien se podría extrapolar al coleccionismo de sellos, de monedas, o a cualquier
otro coleccionismo que nos podamos imaginar, incluso el que nos trae hoy aquí,
aquel que tiene relación con una actividad muy pocas veces valorada pero que
tuvo y tiene su importancia social: la de Cartero.
Coleccionar
objetos, utensilios, y todo lo que está relacionado con el correo y su
historia, vinculado a nuestra Comarca, es un tema que profundizando en él, nos
hará conocer mucho mejor este mundo de la correspondencia, y aunque no exista
como tal, al menos que conozcamos, alguien que posee una colección amplia de
elementos vinculados al Correo en la Marina Alta, nos valdremos de aquellas
piezas que vamos conociendo y que están en manos de los pocos coleccionistas
que atesoran estas piezas de museo.
Hoy
las que traigo aquí son un buen ejemplo de que bien estaría contar con un museo
comarcal donde se pudiera contar a través de infinidad de objetos, vestimentas,
vehículos, fotografías, etc., como fue el pasado del Correo en la Comarca. Tal
vez sean los propios funcionarios del ramo de Correos, ya jubilados, quienes
guarden como recuerdo de su paso por la institución postal, infinidad de piezas
que solo ellos sabrán cual fue su fin y su utilidad.
Pero entendamos las que hoy mostramos. En primer lugar podemos ver 2 antiguos “Cierres de Certificado”, que consistían en unas pequeñas grapas metálicas que fueron usadas para precintar las pequeñas sacas que contenían la correspondencia certificada, pellizcando el cordón con la que se ataba dicha saca y con ello proteger su contenido. Estas piezas tienen el detalle de que llevan impreso en relieve el nombre de la ciudad de origen, lo que les da un valor mayor y más particular.
Anteriormente
a estas pequeñas grapas, la correspondencia certificada recibía el mismo trato
de salvaguardar su contenido, pero para precintar el cordón que ataba la saca,
se usaban pequeñas bolas de plomo que se presionaban contra las cuerdas y
evitaban con ello fuese dicha correspondencia manipulada. Pero el plomo fue
considerado un material altamente contaminante y por ello Correos procedió a
cambiar el tipo de precinto.
Para llevar a cabo el precinto, tanto las bolas de plomo como el precinto que mostramos, se cerraban con una especie de tenaza muy particular que igualmente constituyen objetos a tener en cuenta dentro de la historia postal de una zona geográfica.
Con
la modernización del Correo, hasta estas grapas metálicas pasaron a desaparecer
y fueron sustituidas por elementos más novedosos y actualizados que hoy en día
se usan, puesto que la correspondencia certificada y otro tipo de envíos
especiales, siguen recibiendo un tratamiento postal especial.
Otro
de los capítulos que a todo filatelista que se precie de serlo le gusta
contemplar, son los matasellos que se han usado a lo largo de la historia de
una oficina en concreto. Pero no nos referimos a las estampaciones que sobre
las cartas podemos coleccionar, sino el poder recuperar el propio “matasellos”,
aquellos viejos tampones con los que se matasellaba o fechaba la
correspondencia que se enviaba. Y en este apartado, la dificultad de encontrar
alguno es relativamente difícil si pensamos que lo habitual es que cuando dejan
de usarse o son cambiados por los actuales, los antiguos deben (o deberían)
formar parte del amplio museo postal con que cuenta Correos. Pero a veces no es
así.
Por
poner un ejemplo, el que contemplamos que fue usado durante varios años en la
oficina postal de Calpe. Este en concreto es conocido en el argot filatélico
como “Matasellos Tipo Puente”, y en
algunas oficinas aparece ya en 1882. En Calpe no tenemos constancia de cuando
empezó su uso, si bien está cotejado en piezas que se usaron en los años 20/30
del Siglo pasado. Muchos de estos, hermanos y primos de este matasellos, han
podido acabar en la papelera cuando las oficinas de Correos han sufrido
traslados o cambios de ubicación, de ahí la importancia de que aquellos que se
han podido salvar, formen parte de una historia común del Correo en nuestra
Comarca.
Fuese
como fuese, el Correo en la Marina Alta sigue siendo un tema por descubrir y
tiene una historia que contar. Bien estaría que aquellos funcionarios de
Correos que poseen recuerdos de su paso por el ente postal, nos los den a
conocer para que no formen parte del olvido como tantos y tantos objetos que
hoy han desaparecido y solo el coleccionismo será capaz de recuperar.
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