06 marzo 2021

CURIOSIDADES EN TORNO AL REVERSO DE LOS SELLOS.

 

APUNTES FILATÉLICOS

(Artículo publicado en el Semanario Canfali Marina Alta. Dénia 06.03.2021)

 

EL CURIOSO MUNDO DEL CORREO.

EL PELIGROSO REVERSO DE LOS SELLOS

 

José Ivars Ivars / Divulgador e Investigador Filatélico

 

Detalle de la publicación de 
fecha 10.12.1872 en el diario
"El Municipio", dando cuenta de
los sellos envenenados

¿Cuántas veces habéis pegado un sello a una carta pasándolo previamente por la lengua? Un gesto sin duda, que hace nada era habitual, hoy ya es algo que parece extraño o raro, algo de otro tiempo. Bien porque ya no se escriben cartas como antes, o bien porque los sellos actuales, la mayoría llevan ya el adhesivo idóneo para que no se necesite mojar el sello previamente a su colocación en una carta, la cuestión es que aquello de pasar el sello de la lengua, es cosa del pasado.

El reverso del sello es, incluso en filatelia, motivo de estudio. Al sello, dicen los doctos en esta afición, hay que estudiarlos en su anverso y su reverso. Incluso ese reverso engomado que precisaba de la saliva para que no se desprendiese, la historia nos demuestra que ha sido motivo de delito.

Corría el año 1872 y la prensa se hacía eco de una noticia ocurrida en Nottinghan (Inglaterra) donde un buen doctor recibe en su consulta vía el servicio postal lo que parecía ser una consulta médica a la que da pronta contestación, y procede al envío de la misma por correo, usando para ello el sello que el propio paciente le había hecho llegar para cubrir el coste de la respuesta, algo habitual en la época donde este proceder era la única forma de comunicación a distancia médico-paciente.

Con ello humedeció con la lengua el sello en cuestión y lo estampó en la epístola, tras lo cual comenzó a sentir cierto malestar y alteraciones en su pulso, y gracias a la rápida intervención de un colega suyo, salvó de morir envenenado por la cola del sello usado. Como para el envío de la carta eran precisos 2 sellos para cubrir la tarifa, el sello no usado se mandó a la comisaria para que las autoridades policiales lo estudiasen a fin de determinar si había sido objeto de un asesinato frustrado.

Casos como este se han dado a lo largo de la historia del correos desde la invención de sello. Unas veces como acto criminal, otras por la mala calidad del pegamento usado, con alta toxicidad. Así fue como en Alemania se tuvieron que retirar de la venta una gran cantidad de sellos cuya goma había sido depositada en vasijas de cobre sin “estañar”, lo que dio lugar a tener que realizar varias amputaciones de lengua a usuarios del correo, que utilizaron este sensible órgano que tenemos para humedecer los sellos postales. También en Francia, hay constatado casos similares como cuando para la fabricación de la goma que servía de adhesivo para los sellos, se usó cierta excesiva cantidad de arsénico y ácido prúsico (cianuro), que nada o poco tiene que ver con el adhesivo y que tal vez por error se usase en aquellos tiempos.

Niños alemanes bajo una máquina de expender sellos ofreciéndose para humedecerlos con su lengua por el módico precio de 5 Pfenning

Pero los ingleses iban por delante de todo esto. Como inventores del sello postal, y con ello del adhesivo que se ponía en el reverso de los “timbres postales”, en su fabricación tenían lo que denominaban como prueba de paladar (palateproof). Se trataba de una oficina en la que, antes de poner los pliegos de sellos a la venta, un ejército de trabajadores, probaban el engomado de cada pliego de sellos. Según el gobierno inglés, con este método garantizaba totalmente que de sus talleres salían todos los sellos “…completamente higiénicos…”. ¡Casi nada con la Gran Bretaña y sus sellos!

El gobierno sueco de aquellos años fue más drástico con el tema del reverso de los sellos. La solución pasaba por realizar un engomado a base de mezcla acíbar (amarga) con el fin de ir acostumbrando a los suecos para que jamás humedeciesen los sellos usando la lengua. Y dicen que quién mojó una vez con la lengua un sello sueco, jamás en su vida lo volvió a hacer. ¡Esto ya parece más higiénico!

Otra de las crónicas que se publicaron en este curioso mundo del sello postal y del correo, dice que en remota tierra, sus dirigentes tuvieron la desfachatez de, al fabricar la goma para el reverso de los sellos, mezclaron una quinta parte de “azúcar de cande” (ó azúcar perlado) junto a esencia de bergamota (híbrido entre la naranja y el limón), lo que dio lugar a sellos con cierta dulzura al paladar, y que para los críos de la época, sirvió de golosina. Es decir, que los sellos se los comían.

El sello postal, presente en la sociedad desde mediados del siglo XIX, ha formado parte de ella de una manera muy directa, mientras las comunicaciones dependían de mandar ó recibir una carta, y como tal son muchas las anécdotas, curiosidades e historias que en torno a la correspondencia epistolar vamos a encontrar.

Hoy, y ante la situación COVID-19 que vivimos, a nadie se le ocurre usar la lengua para humedecer un sello postal, pero hubo un tiempo que si, y tuvo sus consecuencias.

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