Apuntes
Filatélicos
EL
CORREO POR LA COMARCA EN EL SIGLO XIX
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
Desde hace tiempo, y fruto de estos artículos
publicados en Canfali Marina Alta en esta misma sección, estoy llevando a cabo
una recopilación de datos e información que tiene como finalidad única el
escribir, o al menos tratar de contar, la historia del correo en esta comarca
de la Marina Alta. El del correo es una asignatura pendiente para
historiadores, al menos la asignatura pendiente de nuestra historia más
reciente. Hablar de ellos, de aquellos carteros y peatones, de las dificultades
que encontraron para ejercer su labor, y de los cambios políticos y sociales
que les afectaron, es una tarea pendiente que poco a poco vamos desgranando.
El Siglo XIX, filatélicamente es un siglo que marcará
un antes y un después. Pensemos que en 1840, Inglaterra pone en marcha su
previo pago en la correspondencia con la utilización de sellos postales para
ellos, y que 10 años después hará lo mismo España. A partir de mitad de ese
siglo empieza la era del coleccionismo de sellos, y cabe que fruto de ello,
surja un interés generalizado por todo lo relativo y referente al correo, tanto
en España como en el resto del mundo.
Pero el correo, ya sabemos que es tan antiguo como lo
es la humanidad. La trasmisión de mensajes, la comunicación entre personas es
algo que ha sido siempre de vital importancia. Y el Siglo XIX, para el correo
en la comarca, es un siglo muy relevante.
Persistía el gran problema que la comarca arrastraba
con sus caminos, principalmente en dirección a Alicante donde el paso por el
Mascarat de Calp, seguía sin solventarse y todavía tenía el correo (y los
pasajeros), subir y bajar aquel barranco de modo poco convencional y cómodo.
Esta circunstancia no sería solventada casi hasta finalizado el Siglo XIX.
De este siglo, las primeras noticias sobre el correo
que encontramos, cronológicamente hablando, son sobre el correo que llegará a
puertos de Baleares, procedentes de Dénia a bordo de embarcaciones (Laud) que
entre su carga llevaban “valija”, es decir correspondencia. Este hecho poco
estudiado lo conocemos por ejemplo por las citas que la prensa balear hace
sobre la llegada al puerto de Palma de Mallorca del Laud de los patrones Gregorio
Fenellos (abril de 1811) y Bautista Miguel (diciembre de 1811),
y el javaque El Buen Vasallo propiedad
de Juan
León (noviembre de 1811). Estas citas importantes en el correo desde la
comarca, son previas a la implantación del correo marítimo oficial que serviría
las islas, bien desde Barcelona, Valencia o incluso desde Alicante.
De Calp, encontramos las primeras citas o referencias
al correo que serviría a la población, mucho antes de que esta población de la
Marina Alta dispusiese de “correo oficial”. Así se cita el pago a Gabriel
Blanquez “…como conductor de las
cartas del correo de esta Villa (Calpe) haber recibido (…) la cantidad de 1
real de vellón y 14 maravedís, por la conducción de un pliego dirigido por la
Justicia de esta villa al Fiscal…”. El documento está fechado el 24 de
diciembre de 1817, y se entiende que fue un pago por los servicios prestados
como conductor de la correspondencia, sin saber exactamente si hacía Dénia o
hacía Alicante. Muchos de estos despachos que se hacían desde los Ayuntamientos,
eran transportados por lo que se conocía como “veredas”, las cuales a partir de
1830 dejarán poco a poco de funcionar, al iniciarse las publicaciones de los
boletines oficiales provinciales. Como ejemplo de ello citar que El
ayuntamiento de Benissa, en el año 1828 cerró su ejercicio contable indicando
como gastos por papel sellado, veredas y correo, el pagó de la cantidad de 520
rs.
El Siglo XIX, además será el de los viajes “por la
posta”, un cómodo sistema de viaje que quienes lo emprendían podían viajar por
casi toda España, en los medios que por entonces utilizaría el correo. A
principios del Siglo XIX, “…la obligación
de los correos es hacer 30 leguas en 24 horas en las carreras que están
montadas las postas, y donde no lo están 25 leguas en 24 horas…”.
Este tipo de viajes “por la posta”, tenían unos costes
que el viajero tenía que sufragar. La licencia costaba 40 rs. vell. por
persona, y se pagaba al Maestro de Postas, 5 rs. vell., por cada caballo y
legua recorrida, además la gratificación acostumbrada al postillón. Había unas
“normas” que debían cumplir los usuarios de este medio de transporte como que “...ninguna persona podía correr la posta,
sin que primero se obtenga licencia de la Dirección General de Correos en
Madrid….” Ó si era en las provincias, “…por
los Administradores de Correos…”. En el caso de realizar un viaje al
extranjero, la licencia debía de aportarla “…el
Excelentísimo Señor Secretario de Estado…”.
Si tuviésemos que poner nombre y apellidos a los
diversos y variados funcionarios de correos, personal encargado de la
correspondencia o simplemente conductores y peatones, nos resultaría difícil la
empresa. Son pocas las referencias que se han documentado al respecto. No
obstante tenemos que, en 1830 el Administrador Jefe de Correos de Dénia es D.
Juan Pellicer, y Sotero Galindo en 1859, el citado Gabriel Blanquez que ejercía
de peatón que saliendo desde Dénia recorría la comarca, al menos por la costa. Algunos
otros nombres a tener en cuenta son: Antonio Camacho Perrillo, Juan Torres
Martí, Manuel González y Salvador Carrero (1811), peatones en Ondara con
diferentes rutas postales a cubrir. Juan Bta. Gómez en 1875 estaba al frente de
la Oficina de Correos de Jávea, al que sustituiría Francisco Gavino Catalá. La
otra Administración de Correos con que contaba la comarca era la de Pego, de la
cual conocemos varios de los funcionarios que durante el Siglo XIX ejercieron
allí como empleados de Correos, entre los que podemos citar a Paulino Ibars
Ros, Administrador subalterno en 1884, y Carlos Tamari y Pérez como Jefe de
Correos en 1886.
Sin duda un siglo, el XIX, que nos aporta mucha
información a la historia del Correo en la Marina Alta.
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