03 junio 2023

Apuntes Filatélicos. MIRARLE LOS DIENTES A LOS SELLOS

 

Apuntes Filatélicos

EL DENTADO DE LOS SELLOS

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico

 

Sello de 4 Cuartos de 1855
(sin dentar)
con dentado "Privado" 9 1/2 de
Valencia
(Visto en Subastas Sevilla Mayo 2023)

Lo de ser filatelista es un arte que te obliga a saber un poco de todo, incluso de “odontología”. En este caso son los dientes de los sellos los que nos ocupan este espacio, con el fin de que sirva de manual para quién, Canfali en mano, quiera aprender un poco más sobre el noble hobby del coleccionismo de sellos. Tengamos en cuenta que un sello, siempre será un sello, este o no defectuoso, pero al filatelista solo le ha de servir el ejemplar perfecto.

Echando la vista atrás, sabemos que los primeros sellos en todo el mundo, tanto el primero inglés en 1840 o incluso el español de 1850, nacieron como sellos, sin llevar esa característica que tantos quebraderos de cabeza conlleva al filatelista: el dentado. En España los primeros sellos a los que se les dotó de trepado o dentado, aparecen en 1865, emisión con la efigie de la Reina Isabel II que también se encuentra sin dentar, y tiene una sencilla explicación. En España, como bien nos decía el estudioso filatélico J. Mª Sempere, somos muy dados a improvisar, y al parecer eso es lo que el gobierno quiso hacer con esta emisión de la que fue del todo imposible dentar los sellos que aparecerían el primer día del año, y se optó por dentar únicamente el valor de 4 cuartos. El resto de sellos irían apareciendo poco a poco con su correspondiente dentado.

Los primeros sellos tenían el engorro de que para separarlos uno a uno, o en conjunto, de las hojas matrices, era imprescindible el uso de la tijeras, hasta que en 1847 un irlandés, Henry Archer, tuvo la brillante idea de inventar un artilugio que perforaría los sellos para que con mucho menos esfuerzo y sin necesidad de tijeras, la venta de los sellos resultase más cómoda. Tal vez, Archer no supo nunca que su invento dotaría al filatelismo de una herramienta digna de estudio, y que en ocasiones dota al sello de características especiales e incluso un valor añadido. Desde que aparecen los sellos dentados, el coleccionista debe observar bien que estos “dientes” filatélicos estén en perfecto estado. De lo contrario el sello pierde su valor o validez para como elemento coleccionable.

Sello y viñeta con dentado desplazado

Con el tiempo, el dentado se iría estableciendo en la fabricación de los sellos, e irían apareciendo diversos sistema de trepado de los sellos, ocasionando un estudio que el coleccionista experto ha de conocer, para poder diferenciar tanto los sellos como las diferentes emisiones que sobre un mismo sellos se hace. El hecho de que estas tiradas de sellos, se hagan en varios años, a veces da pie a que los dentados hayan cambiado.

Pero a simple vista conocer estos dentados no es tarea fácil. En 1886, un médico y filatelista francés, Augusto Legrand, quién firmaría sus estudios filatélicos como Dr. Magnus, idearía un sistema para poder medir estos dentados, con un simple dispositivo al que en el argot filatélico se le conoce como Odontómetro, que consiste en una simple lámina de cartón, plástico, metal, etc., que lleva impresa una serie de puntos y rayas que acercando el dentado del sello que estemos estudiando, nos dirá a que dentado pertenece. Estas medidas universales corresponden al número de perforaciones que hay en 2 cm., y varían en función del país emisor del sello, e incluso como hemos dicho, de la emisión del sello. Hoy en día, la tecnología nos ha llevado a encontrar en el mercado odontómetros electrónicos (perfotronics) que facilitan al coleccionista la tarea de visualizar los dientes al sello.

Este dato, la medida de los dientes de los sellos, es tan importante, que incluso la catalogación de los sellos lleva, además de datos como fecha de emisión, valor facial etc., el dentado correspondiente, e incluso si la publicación es muy especializada, indicará que tipo de dentado es (de peine, en línea, etc.).

Y la importancia de conseguir el sello perfecto, la encontramos como curiosidad filatélica, en algunos recortes de prensa de la época que en 1906 (Las Provincias y La Defensa), llevan en su interior un curioso anuncio titulado “Médicos para Sellos”, en los que hablan de una nueva profesión que ha surgido en vista del auge que la filatelia está adquiriendo, y donde minuciosos y pacientes profesionales, se encargan de reparar cualquier sello defectuoso, incluso faltándoles alguno de sus dientes.

Bloque de sellos Serie Básica Juan Carlos I (1987) con dentado desplazado

Con los años, estos dentados han ido modificándose, y las nuevas tendencias en cuanto a fabricación de sellos, hace que hayan surgidos nuevas medidas y tipos de dentados, datos que el estudioso filatelista ha de conocer para poder identificar los sellos de sus colecciones. Incluso, se da la característica de que incluso en el perforado de los sellos, es fácil encontrar errores o variedades como pueden ser los perforados desplazados, los dobles perforados, y un sinfín de variedades que hacen de la filatelia esa ciencia tan atractiva que hoy millones de personas cultivan en todo el mundo.

Así que, a partir de ahora, a los sellos hay que mirarles los dientes, al estilo de los tratantes de caballos (para conocer la edad del animal), y así saber de la salud del sello que tenemos entre manos.

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