Lo que la prensa nos contó… (28)
EL
PELIGRO DE LOS SELLOS
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
No vayáis a pensar que soy de los que veo que el sello
y su coleccionismo es algo nocivo o peligroso. Todo lo contrario. Beneficios lo
mires por donde lo mires. Pero recabar información de lo que la prensa dijo en
su momento sobre el sello como elemento postal o coleccionable, me lleva a ver
que en ciertos sectores de la sociedad del momento, si que le vieron al sello
cierto peligro, tanto para el destinatario de una carta como para quién
manipulaba el sello en cuestión.
Pero para ponernos en situación revisemos la prensa de
la época y entenderéis a que me refiero. El periódico de Jerez de la Frontera, El
Guadalete, en su edición del 17 de septiembre de 1902, nos llega con un
titular en su página 2 que ya por sí sola no deja de sorprendernos: Peligro del filatelismo. Hay quien
pensará que es bueno que hablen de uno, aunque hablen mal, pero estos titulares
no debieron ser de gran ayuda ante un coleccionismo que ya a principios del
Siglo XX, estaba más que consolidado.
Detalle del artículo publicado en El Guadalete (17.09.1902) |
El artículo citado hace referencia a otro publicado en
el “Echo de París” el cual habla de
un descubrimiento que ha realizado un destacado dermatólogo austriaco, M. Unna,
que un buen día observó como un amigo suyo presentaba unos síntomas extraños,
de una enfermedad conocida como “La Piedra” (sic), propia de zonas de Colombia,
aunque este individuo nunca había estado allí. Las investigaciones y pesquisas
realizadas por el dermatólogo, dedujeron que su amigo se había contagiado
simplemente manipulando sellos y cartas procedentes de dicho país.
Detalle del artículo publicado en el diario Gaceta de Tenerife (08.10.1921) |
Como caso análogo o parecido, tenemos la noticia que
publicó el 8 de octubre de 1921 el Diario Gaceta de Tenerife, el cual en su
primera página lleva un artículo, “Crónica Médica. Contagios Tuberculosos”, que
habla de la tuberculosis, donde el autor, Eustaquio Loroño, afirma que, y así
inicia el artículo, que “…entre los
diversos modos de trasmisión que tiene la tuberculosis debe figurar (…) el
sello de correos…”. Y el autor del artículo cita un caso de un paciente muy
avanzado en la enfermedad de la tuberculosis, que al parecer era filatelista y
utilizaba como método de pegar los sellos en el álbum, su propia saliva.
Cabe que la razón de que entre todas las enfermedades
que hay en el mundo, el hecho de que el Correo en muchos países del mundo,
pusiera en circulación sellos “Pro-Tuberculosis”, tuviera como razón de ser
estas noticias, o el hecho de que a través de la manipulación de los sellos se
pudiera contagiar una enfermedad que tanto estrago y daño ha hecho a la
humanidad.
Pero el peligro en los sellos, o más bien en el reverso
de los sellos, lo podemos datar incluso ya en el siglo XIX. Otro rotativo, esta
vez en la fecha del 3 de septiembre de 1895, El Isleño de Palma de Mallorca,
nos habla de ciertas cartas que causaron daños a sus receptores, incluso la
muerte, por diversas formulas que los delincuentes usaban para dicho fin. Desde
cartas explosivas hasta incluso envenenadas; y es esta en concreto la que nos
ha llamado la atención.
Y es que el autor del texto dice que quienes quieran
delinquir usando cartas, han de cambiar el método para evitar que los
funcionarios de correos sufran las consecuencias. Para ello propone que “…cuando queráis matar a alguien, enviadle
una carta urgente que exija respuesta en el acto y meted dentro de la carta un
sello envenenado para la contestación. La persona que reciba la carta moja el
sello con la lengua para pegarlo, y se muere irremisiblemente…”.
Después de leer esto, ya nunca más voy a dar respuesta
a una carta que lleve un sello que no sea autoadhesivo… nunca se sabe donde
puede estar el enemigo del filatelista.
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