Lo que la prensa nos contó… (36)
UN “CAN” CARTERO
PARA EL SR. PÁRROCO
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
Los que acostumbramos a deambular por este mundo del
estudio del sello y todo cuando con él se relaciona, llámese correo, misiva, o
cualquier otro vocablo bien expresado, sabemos que a lo largo de los tiempos,
para el transporte de la correspondencia se han usado numerosos animales, a los
que cariñosamente o coloquialmente solemos llamar “animales carteros”.
Este tema, muy poco estudiado o profundizado, merece
dedicarle mucho más tiempo y espacio para llegar a entender como el uso de
estos animales de compañía en ocasiones, han ayudado en las tareas postales,
incluso donde el ser humano tenía difícil llegar. Se me ocurre de entrada, el
uso que del caballo se ha hecho hasta casi hace bien poco, para el transporte
de la correspondencia, a lomos o tirando de carruajes; o también el uso de
palomas en la transmisión de mensajes, especialmente en el ámbito militar; o porque
no citar los 37 gatos que en Bélgica se usaron durante el año 1879; o los
perros que en ciertos lugares del planeta han hecho la función de carteros por
sus peculiaridades y habilidades.
Pero de todo esto ya hablaremos en otra ocasión. Hoy
hemos venido a esta sección para que, ojeando la prensa de la época, entresacar
aquellas noticias que sorprenden o simplemente las encuentro muy curiosas. Hoy
tengo entre manos un ejemplar del diario de avisos, noticias y anuncios de
Huesca “La Crónica”, de fecha 20 de junio de 1887. La noticia viene
publicada entre las páginas 4 y 5 del mismo, y aunque no tiene mucho de
relevancia postal, no deja de tener su punto de curiosidad.
Es un breve que arranca diciendo que “…un
perro de la propiedad del cura párroco de Alcudia D. Gregorio Morales,
desempeña el servicio de correo diario…”. Si lo dejamos así, estaríamos
ante un hecho histórico dentro del correo en España, pero tranquilos que la
cosa no va por ahí. El texto en la prensa prosigue diciendo: “…entre
dicho señor y su familia que reside en la Calahorra…”.
Nos encontramos pues ante un caso de correo privado
conducido por el perro del Sr. Párroco, del que sabemos (del perro) que va
provisto de su correspondiente valija (cartera) que seguramente le adaptarían
al can para su comodidad en el transporte.
Aunque el periódico citado es de Huesca, la noticia no
indica muy bien donde están situadas estas dos poblaciones. De hecho no da
detalle alguno salvo que, entre la una y la otra hay una distancia de “3
leguas”, y que el perro en su trayecto invierte “…menos de una hora entre la ida y la vuelta…”. De la provincia de
Huesca no son, entonces ¿Dé que 2 poblaciones están hablando?
Es curioso como la prensa de 1887 cita que el can “…cuando lleva carta, va por fuera del
camino natural entre ambos pueblos, y cuando no lleva, entonces echa por la vía
que utilizan los transeúntes…”. Si nos fijamos en la descripción que aparece
en Google, “Por Vereda de las Cruces”,
es posible que esa vereda citada sea la misma por la que los viandantes
circulaban en el Siglo XIX para ir de un punto al otro.
Puede que oficialmente no pueda ser considerado este
como una forma o conducción “oficial” de la correspondencia, pero visto los
últimos trabajos del Académico D. Eugenio
de Quesada, tratando aspectos del correo fuera de valija (El Correo sin
Correos en España, Siglos XV a XIX. Biblioteca de Estudios de SOFIMA), qué más
dará una carta llevada en mano “por un amigo” o por el primer trajinero que
hiciese un recorrido determinado, que por el perro del Sr. Párroco, que se debió
conocer con el tiempo, el recorrido de memoria, para con puntualidad perruna y
sin perder una sola carta, tener comunicados a toda la familia Morales.
Ahora ya sabemos que la fidelidad de los perros para
con el hombre, lo son también en ambientes postales.
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