Apuntes Filatélicos
LOS
BUQUES CORREOS DEL MARQUES DE CAMPO
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
Portada del libro fruto de este artículo
Pero estos barcos-correo que surcaban los mares propiedad del
ilustre Marqués de Campo, no solo llegaban hasta el caribe español, sino que
incluso existió una –o varias-, línea que unía España con una de sus posesiones
más alejadas: Las Filipinas. Y hasta allí llegaría el correo evidentemente.
Pero es conveniente profundizar en este tema, el del transporte del
correo marítimo, y para ello nos vamos a servir de una publicación fechada en
1883 titulada “Vapores-Correos del Marqués de Campo. Servicio de conducción de la
correspondencia entre la península y las Islas Filipinas”. Esta publicación
viene a dar a conocer los decretos y condiciones por los que el estado, a
través del Ministerio de Ultramar, otorgaba a la empresa arrendataria del servicio, la potestad de ser la conductora de
la correspondencia.
Estas condiciones publicadas nos indican entre otras cosas que “…el
contratista que tome a su cargo este servicio se compromete a conducir la
correspondencia… (Art. 1ª)...”. Era condición imprescindible dada la
importancia del correo y su transporte en la época.
La periodicidad de estos viajes marítimos, eran de 1 cada 30 días
realizándose al año 12 viajes redondos, es decir partiendo de los puertos de la
península (sic) hasta Manila y regreso. La partida oficial de los buques del
Marqués de Campo se realizaba desde Barcelona, aunque previamente el buque
había partido de Cádiz y hecho escala en Cartagena, y el recorrido que
realizaba hasta Manila, tocaba los puertos de Port-Said (Canal de Suez), Garbón,
Singapur y Manila, trayecto que se llevaba a cabo en 40 días, y otros 43 días
de regreso a España, datos estipulados según el contrato vigente.
Esta publicación citada, tiene un capítulo expresamente detallando
como ha de ser la conducción de la correspondencia y de las personas encargadas de su
custodia, donde el gobierno español matiza el celo que hay que tener
para que esta llegue a su destinatario en perfectas condiciones. Así se indica
que, se tendrá en cuenta un mismo trato tanto para la correspondencia oficial
como para aquella que sea privada, toda ella tratada sea cual sea su origen o
destino. Se cita igualmente que el trato que se le dará a la correspondencia a
bordo de estos buques, será la fijada por la legislación del ramo de correos.
Entre la correspondencia admitida, se citan cartas e impresos,
paquetes, periódicos, libros, así como caudales y valores sin coste adicional
para el estado. Es decir buques que eran muy gustosos para la piratería del
momento y que por ello obligaba al armador a tener los barcos dotados de
defensas contra estos hecho delictivos.
Vapor "Viñuelas" que tras adquirirlo en 1879 la naviera del Marqués de Campo, sería usado para el servicio
marítimo entre España y Filipinas.
El proceder de cómo llegaba el correo a bordo, consistía en una
entrega que se hacía desde la oficina de correos de la ciudad portuaria, siendo
el propio Capitán del barco el que se
desplazaría a la misma para recoger las sacas del correo, que debería entregar
a la Administración de Correo de destino, incluso a los consulados españoles en
los puertos de tránsito si hubiera correspondencia para esos destinos. En el
caso de la correspondencia certificada, igualmente el capitán se haría cargo en
todo momento de ella, firmando tanto la recepción como la entrega.
Existía la posibilidad de que a bordo de los buques-correo, si así
lo consideraba la Administración Central de Correos, viajes uno o varios
funcionarios de Correos, para de esa custodiar la correspondencia, para lo que
el armador del buque facilitaría viaje y alojamiento gratuito para estos
funcionarios postales, en cabina de primera clase, así como habilitar un
espacio seguro para el depósito de las sacas que vayan a bordo con
correspondencia.
En muchas ocasiones se habla, y filatélicamente también, de que
estos buques-correos, fuese el trayecto que fuese el que llevaban a cabo,
solían llevar correspondencia “fuera de valija”, es decir aquella que sin pasar
por la Administración de Correos y llevar en ella las tasas (sellos)
correspondientes, viajaban a destino por una módica cifra que percibían, los
tripulantes de a bordo. Existen ejemplos de ello, aunque la normativa era muy
tajante al respecto: “…queda prohibido el transporte de toda
clase de correspondencia que la que proceda de la Administración pública…”.
Las penas por el incumplimiento de esta eran severas.
Para el transporte de la correspondencia entre la península y
Manila, se presentaron hasta 4 propuestas de precios, siendo la del Marqués de
Campo la más beneficiosa para el gobierno. Una feroz competencia entre
armadores para hacerse con la línea, cuyo contrato comprendería 10 años desde
su firma y que el Marqués de Campo adquirió por la cifra propuesta por él mismo
de 49.500 pesetas, según consta en la documentación estudiada: “…el
que suscribe se compromete a hacer el servicio de la conducción de la
correspondencia (…), entendiéndose siempre por viaje redondo, es decir de ida y
vuelta…”.
Hay que tener en cuenta que esta cifra es la que se le propone más
ventajosa al gobierno, únicamente para la conducción de la correspondencia,
dado que el tema de pasajes y mercancías era asunto que gestionaba la propia
naviera adjudicataria de la línea.
Retrato del Marqués de Campo (1814-1889)
Conocer más y mejor esta
línea marítima y su influencia en el correo marítimo español durante el Siglo
XIX, nos ayudará a conocer parte de nuestra historia postal. Será cosa de
ponernos a buscar si quedaron restos filatélicos de aquellas andaduras
marítimas a bordo de los buques del Marqués de Campo. Seguramente en alguna
colección especializada existen esas cartas que en su día cruzaron el ancho mar
y fueron entregadas en uno u otro destino.
Queda pues mucho todavía que conocer de la Historia Postal
relacionada con la Marina Alta.
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