Apuntes
Filatélicos
LAS
PRIMERAS TARJETAS FOTOGRÁFICAS
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
La tarjeta
postal suele estar siempre asociada a los veranos o genéricamente a las
vacaciones. Son esos soportes gráficos que han servido para trasmitir a través
del correo, rincones y espacios visitados durante un viaje, y hacer llegar esas
instantáneas a familiares y amigos. ¿Quién no ha mandado alguna vez una postal
desde en ese viaje que todavía hoy recordamos? Desgraciadamente la escritura
epistolar en tarjetas postales cada vez va a menos, aunque la venta de tarjetas
postales todavía es un hecho que verano tras verano constatamos como que está
viva, y eso da esperanza de pensar que aún hay quien las utiliza para el fin
que fueron creadas.
Hoy, si de
paisajes nos referimos, podemos encontrar tarjetas postales de cualquier rincón
del mundo. Pero no siempre fue así. Las primeras tarjetas postales nacieron sin
imagen, y no se introdujeron como forma de escritura epistolar hasta que en
1869 el profesor austriaco Emmanuel Herman (1838-1902) diseñó
el primer prototipo de tarjeta postal de la historia, y presentó el proyecto al
por entonces Director General de Correos del Imperio Austro-Húngaro, Heinrich
von Stephan (1831-1897), quien plantearía la idea en la Conferencia Postal
Internacional de Karlsruhe de 1865. La tarjeta postal como tal fue adoptada
para circular por el correo, y sería el correo austro-húngaro quién la pondría
en circulación por primera vez, el 1 de octubre de 1869, bautizada como Correspondenz-Karte.
Con el tiempo
estas postales fueron incorporando nuevas formas a sus diseños y la Unión
Postal Universal –U.P.U.- de alguna forma unificó criterios en su uso para
todos los correos del mundo. En 1891 estas tarjetas dieron un giro importante
en su confección. Si hasta entonces las encontrábamos sin imagen y con imagen,
a partir del 4 de agosto de ese año,
las tarjetas empezaron a llevar en el anverso de las mismas, imágenes
fotográficas: había nacido la tarjeta postal fotográfica.
Y lo haría de
la mano del francés Dominique Piazza (1860-1941), comerciante e inventor francés
que tuvo la necesidad de hacer llegar cierta fotografía de Marsella, su ciudad
natal, a un amigo que vivía en Argentina, y que para abaratar costes en el
envío, creo la tarjeta que revolucionaría la comunicación desde entonces. Fue
sin duda la historia del éxito dado que desde aquel día de agosto de 1891, son
millones y millones de este tipo de tarjetas postales las que se editan
anualmente, de todos y cada uno de los rincones del planeta.
Dominique
Piazza puso a punto una técnica con el fin de reducir el formato de las
fotografías y con ellos poderlas usar como ilustraciones en las tarjetas
postales. Un gesto que cambió el concepto de tarjeta postal en el mundo.
Y con el gesto
que tuvo Piazza con su amigo de la infancia Antonin Billaud, quién se había
exiliado a Argentina, el cual le había pedido que le enviase por correo unas
cuantas fotografías de Marsella, convirtió a esta ciudad francesa en la primera
en aparecer en una tarjeta postal fotográfica de la historia. Y es que la idea
de, en vez de mandar fotografías dentro de un sobre que encarecía el precio del
envío, hacerlos con fotografías directamente sobre la postal, tuvo tanto éxito
que Piazza empezó a comercializar su invento. Las tarjetas postales ya eran
asiduas en los envíos epistolares, y con la fotografía alcanzaron su máximo
auge.
En 1892, otras
ciudades del sur de Francia se sumaron a la fiebre de la tarjeta postal
fotográfica, y seguramente muchas otras ciudades de todo el mundo se copiaron
aquella ingeniosa formula. Y con ello se convirtieron en el objeto turístico
por excelencia, además de ser testigos directos de épocas pasadas. La imagen
que estas postales nos muestran, son instantáneas congeladas en el tiempo, que
en su caso al coleccionarlas, nos desvelan aspectos históricos que el tiempo ha
ido cambiando. Son como un viaje en el tiempo, donde vamos a ver la
transformación que ciertos espacios en ciudades, poblaciones y entornos
naturales han podido sufrir con el paso de los años.
Si nos centramos
en lo que fue la llegada de la tarjeta postal en España, encontramos una serie
de normas y decretos que se fueron creando a partir de 1871 pero que no
entrarían en vigor hasta años después. España nunca se tomó en serie un hecho
como el uso de postales para el correo a pesar de que países de Europa no
dudaron en hacerlas llegar a la sociedad. Los estudiosos de estas tarjetas
primitivas españolas, las sitúan –las primeras de ellas- en diciembre de 1873,
aunque anteriormente y de forma no oficial fueron varias las que de forma
totalmente privada se aventuraron a realizarlas para presionar al gobierno a
que les diera validez postal en cuanto al uso.
Si nos
centramos en las que hoy nos ocupan, las tarjetas postales fotográficas, en
España fue la imprenta Hauser & Menet -constituida en Madrid en 1890- la primera
que, a igual que harían los franceses se posicionó en la edición de tarjetas
ilustradas, usando para ello muchas fotografías de su propio archivo que
estamparían en formato fototipia sobre la cartulina de las tarjetas. Las
primeras que se pusieron a la venta aparecieron sobre 1892 –hay discrepancia en
este dato-, pero fue en 1897 cuando lanzarían su 1ª Serie General, conjunto de
tarjetas postales fotográficas que son joyas hoy en manos de museos, archivos y
coleccionistas.
Consistían en
una serie de tarjetas que inicialmente iban de la 1 a la 690, con vistas y
estampas de diversas ciudades españolas, aumentando dicha cifra hasta llegar a
las 2078. La gran mayoría de estas, no soy realmente “fotográficas” porqué
también se usaron dibujos para ilustrarlas, pero fueron los pioneros en este
campo sin duda alguna.
A partir de
estos pioneros en la confección de tarjetas postales ilustradas, con
fotografías o dibujos, en España, fueron muchos los fotógrafos y editores que
se sumaron al auge de la comercialización de postales en todas las provincias
españolas. Alicante, como ciudad turística por excelencia, no se libró de ello,
y son muchas las que se conocen ya a principios del Siglo XX. Son fieles
testigos de la memoria histórica gráfica.
La tarjeta
postal siempre estará vinculada y relacionada con la historia del correo.
Muchos filatelistas son y serán coleccionistas de estas cartulinas ilustradas,
y muchos de los documentos postales que encontramos en una colección de
historia postal –por ejemplo-, lo son en forma de tarjeta postal. Hay que
empezar a darles ese valor histórico que merecen, pero sin dejar de seguir
usándolas en nuestros viajes y vacaciones, porque recibir una tarjeta postal
sigue teniendo ese contenido romántico que le aporta la correspondencia
epistolar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario