Apuntes Filatélicos
LOS
PRIMEROS SELLOS SIN IDENTIFICACIÓN DEL PAÍS
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
Los filatelistas de toda la vida hemos crecido en el entorno
filatélico aprendiendo, con simple mirarlos, a identificar la procedencia de
los sellos, cuando en muchos de ellos ni tan siquiera aparecía el nombre del
país emisor. Nos tocaba conocernos tanto la moneda usada, el gobernante de
turno e incluso algunas palabras del idioma propio, para con ello poder
intentar identificarlos.
El primer sello del mundo, el
famoso “Penny Black” inglés, nació en 1840, y siendo el único que había no tuvo
necesidad de indicar su procedencia. Pero ni tan siquiera los que le
precedieron de la Inglaterra victoriana lo llevaban.
En filatelia es conocido este hecho de que Inglaterra, como país
inventor del sello postal como pago del franqueo previo en el correspondencia,
nunca ha puesto en ellos el nombre del país, y en su lugar lo ha sustituido por
el icono que representa a su soberana más ilustre filatélicamente hablando: La
Reina Victoria. Bastaba con su inconfundible perfil para reconocer la
procedencia de los sellos.
Pero aunque este hecho puede parecer aislado y endémico del Reino
Unido en aquellos primeros sellos emitidos desde mediados del Siglo XIX, la
historia nos demuestra que no es del todo cierto. Basta con echar un vistazo a
cualquier catálogo de sellos mundial, e ir viendo país por país aquellos
primeros sellos, y encontramos ejemplos como el sello del Cantón de Ginebra
(1843) –primer sello de Suiza-, ó el conocido como “Ojo de Buey” de Brasil
(1843), Estados Unidos (1847), Bélgica (1849), Luxemburgo (1852), Países Bajos
(1852), y por su puesto los primeros sellos de España desde el primero de 1850.
Ninguno de estos sellos y sus similares de años posteriores, llevaran el nombre
del país emisor.
Hay que saber que es la Unión Postal Universal –U.P.U.-, la que
obliga a que “…en los sellos que circulen
internacionalmente debe aparecer el país emisor en alfabeto latino…”,
aunque con la excepción de Inglaterra que hasta fecha de hoy, y por haber sido
la iniciadora de la emisión de sellos postales, está exenta de poner ese
detalle en sus sellos postales. La U.P.U. se creó oficialmente en 1874, y hasta
entonces encontraremos países, o zonas geográficas que sí incluían el nombre
del país, y otros que no.
El sello español irrumpe en la sociedad en enero de 1850, y lo hace
como lo hicieron los demás de su época: sin que se indicase de donde eran.
Sirvió simplemente con la imagen de la soberana española de entonces: la Reina
Isabel II. La primera emisión de sellos españoles, cuenta con 3 sellos de los
valores “6 cuartos”, “5 Reales” y “6
Reales”, y ninguna referencia patriótica o del país.
Las Reales Ordenes y Circulares que se publicaron comunicando la
modificación de la normativa en cuanto al franqueo de la correspondencia y la
descripción de los primeros sellos en España, a partir de enero de 1850, no
indican la razón por la que no aparece “ESPAÑA” en los sellos, aunque es lógico
pensar que un país al tomar tal decisión de iniciar la emisión de sellos, se
fijase en lo que hicieron los que le precedieron, y salvo alguna excepción como
lo fue el caso de Francia que sí incluyo abreviado el término “Rep Franc”.
El Correo español tardaría unos cuantos años más en incluir el
término ESPAÑA en los sellos. Entre 1850 y 1861, se pusieron en circulación un
total de 56 sellos, en los que tan solo se usó como signo diferenciador o
identificativo de que eran españoles, o bien la imagen de la soberana reinante,
o bien el escudo de España en alguna de las series; incluso aparece en 1853,
una serie de sellos destinado al franqueo de la correspondencia para el
interior de Madrid, y en ellos se colocó el escudo de la ciudad, el oso y el
madroño.
La primera emisión de sellos
en los que el diseño ya contempla incluir dentro de una orla decorativa
“ESPAÑA”, es la correspondiente a 1862, concretamente la serie de 6 sellos que
se pondría en circulación entre el 16 de julio y el 1 de agosto de ese año.
En definitiva, este tema no es más que un asunto sin trascendencia
pero que como curiosidad al filatelista le puede llevar a estudiar más a fondo
esta característica de llevar o no llevar el origen del sello cuando se emitió.
A veces pudo ser debido a razones históricas, tal vez políticas, o
circunstancias del momento que nos hacen entender ese episodio de la historia.
El sello siempre lo debemos ver como un testigo directo de un momento concreto
que ha llegado a nosotros para contarnos, si nos adentramos en conocerlos, ese
periodo de la historia. Al final la filatelia es eso: un pasatiempo donde la
cultura prevalece sobre todo lo demás.
Actualmente Correos le ha añadido a algunos de los sellos que pone
en circulación, un signo más de identificación del sello español: la “Ñ”, que
no entró a formar parte del Diccionario de la Real Academia de la Lengua hasta
1803, establecida como habitual en la reforma ortográfica realizada por el Rey
Alfonso X el Sabio, en el Siglo XIII, e incluida en las primeras normas
ortográficas publicadas por Antonio de Nebrija el 18 de agosto de 1492.
Desde 2015 algunos sellos –no todos- llevan en una esquina, esta
representativa letra que no todos los idiomas tienen y que enriquece más aún el
idioma castellano. Esta letra forma
parte de la campaña “Marca España”, siendo el primer sello que lleva esta nueva
identificación, la serie básica del año 2015, con la imagen del actual Rey de
España, D. Felipe VI.
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