26 mayo 2023

APUNTES FILATÉLICOS: Los Caminos de antaño, un Patrimonio que es de todos.

 

Apuntes Filatélicos

POR AQUELLOS PRIMITIVOS CAMINOS

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico

 

Existe un Patrimonio, en la mayoría de las veces casi olvidado, que forma parte de la historia, no solamente la del correo, sino la de todos nosotros, patrimonio que ha servido durante siglos para el trasiego de personas y esa interrelación que necesitamos los humanos para evolucionar. Un Patrimonio en forma de “caminos”, “sendas” y “viales”, que con el paso del tiempo han ido entrando en esa fase de desuso, para terminar en el mayor de los olvidos.


Algunos desaparecidos ya, y otros a punto de hacerlo, forman un conjunto histórico que su estudio nos puede ayudar a comprender mucho mejor ese pasado histórico que tenemos. A veces se habla mucho más de los que por ellos caminaron, troteros, peones, correos, mensajeros, etc., que del propio camino por el que anduvieron, y lo hicieron tanto a pie como en caballería o carruaje, según la época y los medios de que se disponía.

Hoy, es muy fácil llegar de un punto a otro incluso siendo la primera vez que lo recorremos. Cualquier sistema de GPS nos va a indicar el mejor o más rápido trayecto que necesitemos recorrer. Pero no debió ser tan fácil antaño, cuando muchas de estos caminos, solo eran conocidos por los lugareños, y no por el viajero que por primera vez los pisaba. Y los mapas de la época eran escasos y no estaban a disposición de todo el mundo.

En ocasiones se disponía de una especie de publicaciones conocidas como “Repertorios”, que eran algo así como la recopilación escrita de itinerarios de unos lugares a otros, donde se indicaba las poblaciones por las que se pasaba y la distancia entre ellas, así como las ventas, puentes y otros detalles que el viajero del momento podía encontrarse y que le serviría para posicionarse como si de un GPS (de la época) se tratase. Estos caminos también lo fueron para el deambular de los correos, fuese la época que fuese.

Los Repertorios aparecen en España en el Siglo XVI, aunque como antecedentes a estos, encontramos algunos que han llegado a nuestros días y que la historiografía menciona, como el Itinerario Antonino que se le atribuye a Antonio Augusto Caracalla (Siglo III D. C.), o los Vasos Apolinares, que indicaba las calzadas en época romana y la distancia entre puntos de su trazado.

Suele decirse que a finales del Siglo XV es cuando en España se empieza a viajar, entre otras razones por haberse establecido una serie de normas que hacían más seguro el recorrer los caminos existentes. Los Reyes Católicos establecen en 1487 en el Reino de Aragón, la conocida como “Santa Hermandad”, especie de policía armada que vigilaba y daba seguridad a los usuarios de aquellos caminos de antaño.

De aquellos primitivos Repertorios, podemos destacar el que realizó el Correo Mayor D. Pedro Villuga Valenciano en 1546 (previamente había realizado en 1543 un mapa de todos los caminos conocidos de España), en el que detalla 139 itinerarios, entre los que estaba el que describe como “Camino llano de la Marina”, el cual saliendo de Valencia en dirección a Alicante, recorría toda la comarca, pasando por las poblaciones de Catarroja, Silla, Solana, Sueca, Cullera, Gandía, Oliva, Dénia, Xábia (Xabea), Teulada, Benissa (Benisa), Calpe, y sucesivamente hasta llegar a la ciudad de Alicante. Este itinerario, sin más detalles, tenía un total de 30 leguas, y era el que utilizaba el correo de la época para el traslado de la correspondencia.

Villuga, con la publicación de esta colosal obra, y su anterior mapa, quiso dar un servicio, no solamente a los Correos de la época, sino también a quienes en el Siglo XVI se aventuraban a viajar por España, por unos caminos que en muchas ocasiones serían intransitables y con las dificultades típicas de la época, y lo hizo con los datos que recopilaría de su propia experiencia como Correo Mayor, viajando por toda España y tomando las anotaciones pertinentes, como bien apuntaría en el prólogo de esta obra.

Son pues caminos, de los que se debería saber más, e incluso aquellos tramos que siguen en pie o se pueden identificar, preservarlos para que futuras generaciones sepan cómo se viajaba en España en plena Edad Media y siglos posteriores.

 

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