Apuntes Filatélicos
EL
PELIGRO DE LOS SELLOS
Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHP
©Ifac Filatélico
Este titular puede parecer muy dramático, sobre todo si lo dice
alguien que en los sellos y su coleccionismo solo encuentra beneficios y no
pocos. Pero a poco que buceemos entre periódicos, o revisemos las hemerotecas,
nos vamos a encontrar cientos de noticias que nos hablan del peligro de los
sellos. Al menos los sellos de aquella época, y en especial una parte en
concreto del sello: el reverso.´
De estos periódicos publicados en España, vamos a coger hoy unos en
concreto, y para entender el titular veamos que nos dice el periódico “El Vigía
de Ciudadela”, en 1900 ya contaba que los sellos eran a juicio de los médicos
especialistas, un foco de infección de la tuberculosis. Pero no quedaba ahí la
cosa, el gesto de humedecer el sello con la lengua, había producido trastornos
pulmonares a los usuarios del correo, y cabe que el redactor de la noticia
tuviera algo en contra de los coleccionistas de sellos, puesto que fue capaz de
afirmar que “…entre los aficionados a la
filatelia” también ha habido muchos
enfermos de tisis…”.
Otro rotativo en el que también encontramos este tipo de noticia, en
ocasiones sensacionalista, fue el periódico de Jerez de la Frontera, El
Guadalete, en su edición del 17 de septiembre de 1902, nos llega con un
titular en su página 2 que ya por sí sola no deja de sorprendernos: Peligro del filatelismo. Hay quien
pensará que es bueno que hablen de uno, aunque hablen mal, pero estos titulares
no debieron ser de gran ayuda ante un coleccionismo que ya a principios del
Siglo XX, estaba más que consolidado.
El artículo citado hace referencia a otro publicado en el “Echo de París” el cual habla de un
descubrimiento que ha realizado un destacado dermatólogo austriaco, M. Unna,
que un buen día observó como un amigo suyo presentaba unos síntomas extraños,
de una enfermedad conocida como “La Piedra” (sic), propia de zonas de Colombia,
aunque este individuo nunca había estado allí. Las investigaciones y pesquisas
realizadas por el dermatólogo, dedujeron que su amigo se había contagiado
simplemente manipulando sellos y cartas procedentes de dicho país.
La verdad que nos podemos tomar como “curiosidad” este tipo de noticias,
pero desde que el sello irrumpió en la sociedad allá por 1840 en Inglaterra, y
en años posteriores fue siendo tomado como forma de pago para el envío de
cartas, son muchos los casos que se conocen, o que han sido noticia en la
prensa. No siendo médico ni científico, no puedo aseverar que grado de certeza
o de exageración tiene este tipo de noticias.
Como caso análogo o parecido, tenemos la noticia que publicó el 8 de
octubre de 1921 el Diario Gaceta de Tenerife, el cual en su
primera página lleva un artículo, “Crónica Médica. Contagios Tuberculosos”, que
habla de la tuberculosis, donde el autor, Eustaquio Loroño, afirma que, y así
inicia el artículo, que “…entre los
diversos modos de trasmisión que tiene la tuberculosis debe figurar (…) el
sello de correos…”. Y el autor del artículo cita un caso de un paciente muy
avanzado en la enfermedad de la tuberculosis, que al parecer era filatelista y
utilizaba como método de pegar los sellos en el álbum, su propia saliva.
Hoy estamos a salvo de ello. Los sellos, ó muchos de los que se
emiten actualmente, son autoadhesivos, con lo cual ese gesto de sacar la lengua
y humedecer los sellos para adherirlos a las cartas, ya es cosa del pasado. O
simplemente debieron seguir las instrucciones del Dr. Thebussem – D. Mariano
Pardo de Figueroa y de la Serna -, notable estudioso del correo en el Siglo
XIX, que ya avanzaba que “…lo más
higiénico es mojar en dedo en agua (…) y de esta forma humedecer la parte que
se vaya a adherir del timbre (sello)…”.
Cabe que la razón de que entre todas las enfermedades que hay en el
mundo, el hecho de que el Correo en muchos países del mundo, pusiera en
circulación sellos “Pro-Tuberculosis”, tuviera como razón de ser estas
noticias, o el hecho de que a través de la manipulación de los sellos se
pudiera contagiar una enfermedad que tanto estrago y daño ha hecho a la
humanidad.
De gustos también hay mucho escrito sobre los sellos, pero no en
cuanto a su imagen, sino en cuanto al reverso. Cada país utilizaba para la
confección de sus sellos gomas de todo tipo, e incluso con añadidos extras para
que el sabor fuera más bien amargo y así evitar que se usará la lengua como
método de pegado, como fue el caso de Suecia; o incluso lo contario, la vecina
Dinamarca añadía “azúcar candi” a la goma, y aquello produjo en los niños una
atracción tan dulce que se comían literalmente los sellos.
Pero el peligro en los sellos, o más bien en el reverso de los
sellos, lo podemos datar incluso ya en el siglo XIX. Otro rotativo, esta vez en
la fecha del 3 de septiembre de 1895, El Isleño de Palma de Mallorca, nos habla
de ciertas cartas que causaron daños a sus receptores, incluso la muerte, por
diversas formulas que los delincuentes usaban para dicho fin. Desde cartas
explosivas hasta incluso envenenadas; y es esta en concreto la que nos ha
llamado la atención.
Y es que el autor del texto dice que quienes quieran delinquir
usando cartas, han de cambiar el método para evitar que los funcionarios de
correos sufran las consecuencias. Para ello propone que “…cuando queráis matar a alguien, enviadle una carta urgente que exija
respuesta en el acto y meted dentro de la carta un sello envenenado para la
contestación. La persona que reciba la carta moja el sello con la lengua para
pegarlo, y se muere irremisiblemente…”. No es fruto de la imaginación. Son
palabras textuales de ideas que se daban para que quién quisiera delinquir lo
hiciera sin fallar en su intento.
Si habéis llegado hasta aquí con el asombro de que los sellos
realmente tuvieron su peligro, dejadme deciros que realmente, el mundo del
sello y su coleccionismo, es así de apasionante. Solo hay que adentrarse en él,
para conocerlo mejor y comprobarlo.
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