Lo que la prensa nos contó… (54)
EL
CORREO “CASI” INSTANTÁNEO YA EN 1900
Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico
Detalle de la noticia publicada por El Cronista de Correos en la fecha del 25.03.1900 |
Ni tampoco estamos hablando de inventos que se dieron a conocer en terceros
países, a veces más adelantados tecnológicamente que España. Estamos en Madrid
y corría el mes de marzo del recientemente iniciado Siglo XX. La noticia viene
reflejada en la revista “El Cronista de Correos” de fecha 25
de marzo de 1900, y hace referencia a lo publicado por un diario de la época,
sin mencionar cual. La noticia debió sorprender a propios y a extraños, y más
en aquella época. Venía a explicarse en estos términos: “…no hace muchos días, y en un
sitio de Madrid, se han realizado las experiencias privadas de un invento
llamado sin duda a naturalizarse en otros tiempos, en que la economía y la
rapidez en todo, y singularmente en los medios de comunicación, se tiene en tan
grande como justo aprecio…”.
Toda una declaración de intenciones y de una visión futurista que
asusta. El inventor de tan prometedora iniciativa llamará al sistema “Correo eléctrico”, y por lo leído, la
prueba se llevo a cabo y con público experto en estos campos de la
electricidad, electrónica y las comunicaciones. No da muchos detalles del
invento en sí, ni podemos asegurar que llegó a funcionar, al menos no como se
describe. Pero el hecho de las pruebas realizadas están más que cotejadas, dado
que fue casi la totalidad de la prensa española la que cubrió la noticia, eso
sí, en toda ella se omite en todo momento el nombre del inventor español autor
de esta maravilla del progreso.
Pero si repasamos las hemerotecas, vemos que este invento, ya fue un
anhelo del ser humano, de mucho tiempo antes. El Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, de fecha 17 de junio
de 1882, lleva en su interior un amplio artículo firmado por D. F. Guillam, D.
F. Ontañón y D. F. Costa, titulado “Correo eléctrico”, donde se dan detalles de
un sistema que Siemens estudia poner
en práctica, consistente en unos raíles sobre los que circularían una especie
de cajas ó vagones diminutos, en el que se introduce la correspondencia, y por
medio de una corriente eléctrica dinámica, hacer que la correspondencia viaje a
velocidad no vista ni imaginada en la época.
Este sistema parece que fue ensayado en Estados Unidos, con una línea entre Nueva York y Brooklyn (sic), según da cuenta el periódico La Lealtad Navarra (Diario carlista) de fecha 14 de julio de 1893. Según este rotativo, se trata de unos pequeños vagones de unos 20 centímetros de longitud, y que pueden transportar 3000 cartas.
Detalle del coche eléctrico fabricado por Ramón Gabarró Julién para la propia Reina Dña. Victoria Eugenia de Habsburgo |
De Gabarro Julién se dice que fue un prodigio de inventor para su
época. En 1896 en Londres, ya había construido un vehículo automóvil eléctrico
por encargo de la propia Reina consorte, Dña. Victoria Eugenia de Habsburgo, y
muchos otros utensilios basados en la electricidad – pila seca, etc. -. Este
catalán de Manresa, en realidad inició las pruebas de su Correo eléctrico en el verano de 1899, y el lugar exacto donde
tuvieron lugar las pruebas, fue una amplia finca del madrileño barrio de
Prosperidad, que por entonces no sería más que un suburbio en el extrarradio de
Madrid, casi al límite de Chamartín de la Rosa, antiguo municipio anexionado a
Madrid en 1948.
Una de las pocas imágenes que se conocen del invento del manresano Ramón Gabarró al que llamó Correo eléctrico |
Las pruebas se llevaron a cabo hasta febrero de 1900, y fue el 25 de
abril cuando Ramón Gabarró Julién,
solicitaría a Eduardo Dato, por entonces Ministro de la
Gobernación, la creación de la Junta
Técnica correspondiente para estudiar y probar su invento, aprovechando el
tendido telegráfico entre Madrid y Aranjuez (El Heraldo de Henares.
11.03.2018).
Al final aquel invento no dio el resultado esperado pero al menos, nuevamente
la prensa, nos muestra como fue ese invento que iba a llevar el correo a una
velocidad incalculable para principios del Siglo XX.
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