06 septiembre 2024

Lo que la prensa nos contó (62).... UNAS CARTAS LLEGAN Y OTRAS NO.

 

Lo que la prensa nos contó… (62)

UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA

Por José Ivars Ivars
Académico de la RAHFeHp
©Ifac Filatélico

 

En la vida nos vamos a encontrar siempre con “…una de cal y otra de arena…”, expresión muy coloquial que viene a decirnos aquello de que a veces se nos junta lo bueno y lo malo, lo positivo con lo negativo. Y aunque la expresión provenga de cuando no existía el cemento como tal, y el mortero para la construcción se conseguía a base de esa mezcla de cal y arena, hoy para lo que la prensa de la época nos contó, nos viene muy acorde.

Artículo publicado en El Cronista de Correos 776 de fecha 08.03.1915

En muchas ocasiones, revisando alguna que otra caja con cartas antiguas, siempre nos suelen llamar la atención aquellas que por varias razones, van repletas de matasellos y marcas, tanto del origen como del destino de la carta ó misiva, e incluso del tránsito en su transporte. Me viene a la mente, la colección del gran amigo y también académico, D. Xavier Andreu i Bartolí, que bajo el título de “Cartas complicadas”, muestra unas cuantas de estas cartas que para llegar a su destino, tuvieron que recorrer medio mundo.


Y hoy, esta sección de “Lo que la prensa nos contó”, viene a contarnos 2 historias muy relacionadas con el tema; 2 historias que son una de cal y otra de arena, pero que ambas reúnen el interés suficiente para que El Cronista de Correos, revista de ámbito postal que se editaba en España, en sendas publicaciones, hablara de estas cartas, la una que llegó a pesar de los pesares, y la otra que parece que nunca llegó, pero se dio con ella. ¡Vayamos a conocer cada una de estas noticias!

"Fragmento" de la noticia publicada por 
El Cronista de Correos del 15.94.1928

Corría el año 1915 y en el número 776 de la citada revista postal “El Cronista de Correos” (08 de marzo), encontramos un pequeño artículo bajo el título de Justo homenaje, que al parecer es copia de otro idéntico publicado por Diario de Cádiz. Se trata de un artículo auto-escrito por el remitente de una carta que equivocadamente dirigió la misma a Madrid, equivocando la población de destino, indicando que la carta debía ir a Valencia. Y el propio redactor de la noticia, se sorprende de que a pesar del error, la carta llegó. Pero menudo periplo tuvo que hacer.

Él dice que lo racional, lo normal hubiera sido que llegada la carta a Valencia, y comprobado que la dirección no era correcta, la carta hubiera debido regresar a su origen. ¡Pero no fue así!. En Valencia se pensó que tal vez se trataba de Barcelona, y allí que la encaminaron. Pero tampoco allí dieron con el destinatario, y nuevamente el cartero de turno, en un ejemplo claro de profesionalidad, tal vez de excesiva profesionalidad, y para no devolver la carta, creyó que igual era Madrid el destino original que el remitente quiso poner en la misiva. Efectivamente, Madrid era el destino, y la carta llegó, recibiendo el remitente un escrito del destinatario con copia de la carta recibida, lógicamente bastante tiempo después de lo que hubiera sido normal.

¡Menos mal que con 3 intentos, dieron con la ciudad acertada!

La siguiente noticia es de 1882, pero publicada en 1928 y también en El Cronista de Correos (Nª1289 – 15 abril), y esta vez parece que la viajera carta no tuvo la misma suerte. Nos cuenta la revista postal que en la ciudad inglesas de Newcastle, precisamente en su “Casa-Correo”, se ha encontrado una grieta en una de sus buzones, una carta que el cartero de entonces, ó no vio, o se despistó en recogerla para enviarla. Y prosigue la noticia contando que,  la carta para conocer la fecha exacta de su nacimiento o de cuando se echó en el buzón, ha tenido que ser abierta, o de lo contrario difícilmente se podría saber que era, como hemos dicho, de 1882.

Una de la hojas de la colección de D. Xavier Andreu Bartolí

La carta, una vez abierta, debió de ir a parar a la basura, papelera, o simplemente no entregada a su destinatario. La noticia apunta que se desconocen tantos detalles de aquella carta no entregada, como el no saber de qué tipo de carta se trataba, la razón exacta de porqué se quedó en aquella grieta de aquel buzón de finales del Siglo XIX, seguramente de los primeros que se instalaron en la ciudad, y que la falta de costumbre tal vez fue el detonante. Fuese lo que fuese, 46 años después, cuando se dio con esta carta, nada ya se pudo hacer por ella, sobre todo una vez abierta e inviolada su secreto: su contenido.

Son 2 casos opuestos, diferentes. Una de “Cal” y otra de “Arena”…en aquello de la entrega del correo. Y no dejéis de contemplar la colección citada del amigo Xavier Andreu Bartolí, que no os dejará indiferentes.

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