Lo que la prensa nos contó… (XVII)
OTRA
DE PICARESCA POSTAL
El
correo devuelto pero entregado
Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico
Como buenos filatelistas que sois (bueno que somos)
supongo que conocéis la leyenda de cómo se ideó el emplear sellos de correo
para el pago de la correspondencia. Si, aquella historia, leyenda o narración
que contaba que estando Rowland Hill en una posada, el cartero llegó con
correspondencia, que entregó a la posadera, pero como quién pagaba era quién recibía
la carta, esta la devolvió con la excusa de que no tenía dinero para afrontar
el pago. ¿La conocíais? Aquello sucedió antes del uso del sello postal en 1840…pero
56 años después, ese proceder todavía tenía efectividad.
En este caso, el relato nos lo cuenta el periódico El Nuevo Alicantino de fecha 1 de agosto
de 1896, que anuncia el fallecimiento de nuestro personaje al que tilda de “avaro”,
con una fortuna que ronda los 20 millones, supongo que de francos de la época.
Pero lo que más llama la atención, es la descripción de cómo este terrateniente
con numerosas propiedades, se las ingeniaba para contactar con sus
arrendatarios y citarles para reuniones y demás.
El proceder me hizo recordar aquella vieja fábula (o
realidad) con la que he iniciado este artículo. El sistema era sencillo y muy
inteligente. Remitía a cada uno de sus arrendatarios un sobre con la dirección
de destino, pero sin contenido alguno ni sello que pagase el porte de la carta,
con lo cual la carta se entregaba tasada con el doble de lo que debía haberse
pagado por el envío, es decir se ahorraba los 15 céntimos (de franco francés)
que costaba enviarlas, y el correo exigía 30 céntimos al receptor, que lógicamente
la rechazaba.
Pero no la rechazaba porque no tuviese esa cantidad
para pagar el porte. La carta se devolvía por previo acuerdo entre arrendador y
arrendatario que usaba esa forma de citarles para tratar temas concernientes al
arrendamiento. Ese proceder llevaba implícito un mensaje (sin llevarlo) que
venía a decir: “…venid enseguida a
Montpellier…”.
Es evidente que a lo largo de la historia el correo ha
tenido que batallar con defraudadores, timadores y demás gente de tal alcurnia.
El sello postal se cuenta que nació gracias a una de esas “estafas”, y la gente
parece que se lo tomó como algo que funcionó antes y después del sello postal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario