Apuntes
Filatélicos
AQUELLA
PRIMERA TARJETA NAVIDEÑA
Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico
Días pasados, en Benissa se vivió una de esas muchas
actividades en las que desde la filatelia benissera se pretende recuperar una
tradición navideña que parece se ha perdido: el envío de tarjetas navideñas por
correo postal. También en Calp, y con motivo de su anual exposición filatélica,
se incluyó dentro de la programación de EXFICALP 2022, una actividad en la que
se pretendía que por un momento la gente, especialmente la más joven, dejasen
de lado las nuevas tecnologías, y volvieran bolígrafo en mano, a felicitar
estas entrañables fiestas a sus más allegados, como se ha hecho toda la vida.
Pero la pregunta más bien sería, si tenemos la guerra
perdida frente a la rapidez y comodidad de las nuevas tecnologías, o se
conseguirá que no se pierda del todo aquello que enviar y recibir tarjetas
navideñas. Tal vez, la batalla esté perdida, pero la guerra todavía no.
Los inicios de esta tradición centenaria, se remontan
al Siglo pasado y a la Inglaterra de entonces. En 1846, dicen las hemerotecas
que nació la costumbre de escribir y enviar tarjetas o felicitaciones
navideñas. Si tenemos en cuenta que en 1840, en Inglaterra aparece el primer
sello del mundo, y con ello un abaratamiento en las tarifas postales, podemos
afirmar que este hecho contribuiría a que felicitar las navidades con tarjetas
postales, fuese un hecho.
Primera Tarjeta Postal Navideña de la historia.
Pero la primera vez en la historia que alguien tomo la
decisión de felicitar la Navidad a un amigo o familiar, se remonta a mucho
tiempo antes. Concretamente fue en 1534 cuando el Obispo y Cardenal inglés,
John Fisher (1469-1553), envío en una misiva a su amigo Thomas Cromwell, en la
que incluía un texto que decía “…y este,
nuestro señor Dios, te envíe una Feliz y agradable Navidad, según el deseo de
tu corazón…”. Posteriormente, la historia nos dice que en 1611, tendría
lugar el envío al Rey James I de Inglaterra de algo parecido a un manuscrito
grande en el que se le felicitaba al monarca y a su hijo por las navidades y el
próspero año nuevo.
Pero si regresamos a lo que hoy nos trae aquí, tal como
se ha dicho, en 1846, fue el británico Henry Cole quién introdujo de alguna
forma la costumbre de felicitar mediante tarjetas postales específicas llegadas
estas fiestas. No es que anteriormente a 1846, los británicos no felicitases a
sus allegados, unas tan señaladas fechas. Lo que Henry Cole ideó fue la
impresión de una especie de tarjeta postal (oficialmente todavía no se conocía
nada parecido como elemento postal), que encargaría al ilustrador John Calcott
Horsley, quién dibujo la primera de todas y de ella se realizaron 1000
ejemplares.
La primera tarjeta navideña de la historia, lleva una
ilustración en la que se describe una escena familiar de celebración, así como
dos escenas muy típicas del sentido de la navidad: el dar de comer a los
necesitados, y ropa a quién no tiene. Pero como todo en la vida, sobre todo
cuando algo es novedoso, la tarjeta no gusto a todo el mundo. Hubo quién en su
puritanismo social, y más en la Inglaterra de mediados del Siglo XIX, tildó la
tarjeta de fomentar la bebida y la embriaguez, al aparecer escenas de gente
bebiendo, copa en mano.
Esta tarjeta se imprimió por el procedimiento de litografía,
incluyendo un texto en el que se puede leer “…Merry
Christmas and Happy New Year to you…”. Ni que decir que hoy, dicha tarjeta
es una de las más codiciadas entre los coleccionistas de esta materia. Solo se
conocen 30 ejemplares y en 2020 se subastó una de ellas.
Pero la tarjeta llegó para quedarse. Tras aquella
primera, la tradición empezó a extenderse. Países como Francia adoptaron el
sistema entre la población. Pero la tarjeta navideña llevaba camino de
globalizarse, y culpa de ello se lo debemos al caricaturista
germano-estadounidense Thomas Nast, creador de la mítica figura de Santa
Clauss, quién en 1860 realizó la primera venta a gran escala de tarjetas
navideñas ilustradas, donde aparecía la inscripción “Feliz Navidad”.
En España hay un precedente a todo esto. Tal vez no en
el formato de tarjeta navideña enviada por Correo, como es la razón de estas
líneas, sino el saber que tras la primera felicitación navideña masiva, había
una empresa, concretamente un periódico catalán, el Diario de Barcelona, cuyos
trabajadores en 1831, decidieron felicitar a sus lectores, papelito en mano, esperando
por dicho acto, recibir unas perras de gratificación. Algo así como ese
aguinaldo que también era una tradición y parece acabará por perderse del todo.
Hoy la tarjeta navideña sigue estando en el comercio.
Hay nostálgicos que no renuncian a ella. Entienden que, al menos una vez al
año, hay que felicitar y desear felicidad de puño y letra, y a su vez que el
destinatario lo reciba vía postal. Los hay que toda esta euforia de escribir y
enviar tarjetas navideñas, lo han convertido en colección. Se conoce como Cartofilia o también Deltiología.
Detalle de la subasta de una de las pocas "primera" tarjeta navideña que se conocen.
Las tarjetas postales, sea cual sea su motivo o
finalidad, son meros espectadores de la historia, testimonio directo de una
época y reflejo de costumbres y tradiciones. Han ido evolucionando con el
tiempo, y el progreso pretende acabar con ellas. Que lo consiga o no dependerá
solamente de nosotros.
Y llegado a este punto del año, desear a todo el equipo
de CANFALI MARINA ALTA, y a sus lectores, unas Felices Navidades y un Año 2023,
donde la Filatelia siga siendo protagonista indiscutible de la cultura en la
comarca.
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