11 marzo 2020

CORREOS Y SUS MUCHAS CURIOSIDADES....¿BORRACHO ... Y A CASA?


¡¡¡A CASA….BORRACHO….Y POR CORREOS!!!


Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico



En boca de todos y de mucha actualidad es una de esas frases ministeriales que pasarán sin lugar a dudas a la historia, frase que una parte de la sociedad entiende de una forma, y que la otra la interpreta de modo contrario. Pero no la vamos a repetir evidentemente. No es objeto de este artículo, pero si viene a coalición con lo que vamos a contar.

La historia del correo está repleta de curiosidades, anécdotas y situaciones que hoy en día, como poco, nos podrán resultar difíciles de entender y alguna cara de asombro nos llevaría a mostrar. Lo que a continuación acontecerá no sucedió en nuestro país. El slogan ministerial sí, ese si es cosecha propia, fabricación nacional, de lo que se viene a llamar “made in spain”. Pero la historia, leyenda ó realidad ocurrió en Estados Unidos, y como protagonista tenemos a un coleccionista filatélico y el todo poderoso Servicio Postal de USA. El coleccionista se llamaba Reginald W. Bray, y no solo sentía pasión por los sellos, sino que se le podía consideraba como un polifacético coleccionista que todo le agradaba.
 
Momento en el que el Cartero entrega un paquete "especial"
al Padre de R. W. Bray, quien firmaría como que le entregan
a su hijo y su bicicleta. Nueva York 1903
Debió ser además un tipo muy curioso y poco conformista, y conociendo un poco el Reglamento Postal que a principios de 1900 estaba en vigor en Estados Unidos, quiso de alguna forma “ponerles” a prueba. Y vaya que sí lo hizo.

Entre las muchas manías que tuvo en torno al correo de su país, estaba el saber si con certeza eran capaces de entregar todo aquello que se les daba para su envío. Así pues y con muchos de sus amigos como remitentes, e incluso él mismo incluido en la lista, se dice que llegó a enviar cerca de 32.000 objetos, que fue remitiendo a cada uno de sus amistades (incluso se auto enviaba cosas). Entre este completo conjunto de cosas se sabe que llegó a enviar por ejemplo, el cuello de una camisa, el cráneo de un conejo, un bombín muy de la época, incluso un pitillo ó cigarro a medio fumar. Eso sí….se estudió muy bien la normativa para que ninguno de los objetos le fuesen devueltos por incumplir la normativa vigente, que al parecer era tan mala que admitía todo este tipo de objetos (por llamarlos de alguna forma).

Todos conocemos la forma de ser de los americanos que parece siempre tener el mejor sistema del mundo en todo, y no era menos a principios del Siglo XX cuando seguían pensando que disponía del mejor sistema postal y más efectivo del mundo.
 
Dibujo representativo de una Oficina de Correos de
principios del Siglo XX
Es por ello que normativa en mano, R. W. Bray introducía aquellos objetos de reducido tamaño en sus correspondientes sobres para poder introducirlos, con las señas de envío correctas, en los buzones de su zona, y aquellos objetos con algo más tamaño que precisaban de enviarlos en paquete, eran llevados (como marcaba la normativa) a la oficina correspondiente de Correos.

Su obsesión parece no tenía fin. No era suficiente con esos más de 32.000 objetos remitidos ó enviados. Estudió a fondo la normativa y observó una cierta laguna legal a la hora de recibir según qué tipo de envíos. Para el Correo Norteamericano, solo se tenía en cuenta el tamaño del envío, y de esa forma era posible enviar desde una abeja diminuta, hasta incluso un elefante (si se disponía de uno evidentemente). Dicho y hecho, R. W. Bray, que no disponía de elefante alguno, quiso probar con otro ser vivo, y la elección recayó en su perro Bob.

Foto recuerdo de un cartero
del Servicio Postal de USA
con un niño como entrega
Era el 10 de febrero de 1900 cuando Bray se presentó en la Oficina de Correos de Forest Hill (Nueva York), con su perro Bob, y lo envío a su propia dirección. Eran las 18.45 horas, y el can fue entregado sin trauma alguno, a las 19.00 horas. ¡A eso le podemos llamar efectividad postal Made in Usa!

Pero sin lugar a dudas, su mayor logro, el hecho del que han hablado muchos estudiosos del correo, la hazaña que lo ha catapultado en la historia del Servicio Postal de USA, fue el día en que decidió aumentar el nivel en la prueba de efectividad del mismo, y “enviarse a él mismo”. Si, ninguna broma. El 14 de noviembre de 1903, un cartero neoyorquino entregaba, por correo certificado además, al propio R. W. Bray en su domicilio; a él y a su bicicleta, pero para evitar el sobrecoste que suponía entregar la bicicleta también (hay que pensar que se pagaba según peso), El propio Bray fue pedaleando al lado del cartero hasta llegar a su casa. ¡SORPRENDENTE! ¿Sabéis quien firmo el resguardo de Certificado como que se entregaba tan curioso paquete? Pues el padre del susodicho R. W. Bray.

Esta pequeña aventura, o gamberrada según se mire, hizo reflexionar a nuestro personaje hasta el punto que en un artículo que publicó en la prensa neoyorquina de la época, dejó evidencia de que el sistema por muy perfecto que parecía, tenía sus lagunas, aunque matizó que el sistema era efectivo en el caso de que “…debido a una noche de exceso con el alcohol, y siendo incapaz de encontrar la casa, El Cartero te puede llevar…”, añadiendo además que resultaba más barato que coger un taxi.

Puede que al final todo esto sea una más de las muchas leyendas con que cuenta la historia del Correo, aunque hay constancia de que esta situación al menos en los Estados Unidos, se repitió en numerosas ocasiones con el envío de “Niños por Correo”, debido a que la normativa no prohibía tal cosa, y resultaba más económico que mandarlo en ferrocarril por ejemplo. Pero esa será otra historia que tendremos que contar.

Ahora ya lo sabes….Si bebes….A CASA POR CORREO.

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