21 febrero 2023

Lo que la Prensa nos contó... AL FILATELISTA JÓVEN NO LO FRENA, NI EL ZAR....NI EL EMPERADOR DE CHINA.

 

Lo que la prensa nos contó… (XIV)

SOLICITUD DE SELLOS…A QUIÉN SEA

Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico

 

Una de las premisas, como buen Monitor de Filatelia Juvenil que es uno, que aconsejamos siempre a todo joven que se inicie en el coleccionismo postal, es la de que hay que pedir sellos donde sea. Sueltos, nuevos o matasellados, en carta o en fragmento, por unidades o por kilogramos…da igual las condiciones que se expongan; lo importante siempre es conseguir sellos de que nutrir la colección. Pero lógicamente, cada vez circulan menos cartas con sellos, y eso hace que el joven que se aventure en el filatelismo, no tenga las mismas facilidades que había antes para conseguir sellos de correos.

Y uno pensaba que esa sugerencia que se le hacía a los jóvenes, era algo novedoso, pero mira por donde ya hubo quién se lo aplicó en el Siglo XIX. Ojeando el periódico El Adelanto de Salamanca, de fecha 1 de noviembre de 1897, en su página 3 hay un artículo que quién lo escribe indica a los lectores, un nuevo proceder para completar colecciones, y explica lo que hizo un chaval de 14 años, aficionado a los sellos, precisando que su nombre era Maximiliano, pero sin indcar  la procedencia del chaval. Lo que además indica el artículo es que la colección de este jovencito filatelista era del Estado de
Rusia.

Y lo que Maximiliano hizo para ampliar su colección de Rusia, no fue otra cosa que aplicar aquel dicho que dice que Si Mahoma no va a la Meca, que sea la Meca la que se acerque a Mahoma. Es decir, si no conseguía sellos de Rusia allí donde residiese, la mejor solución sería buscarlos en Rusia. ¿Cómo? Pues ni corto ni perezoso, el chaval escribió al mismísimo Zar de Rusia indicándole que precisaba de un surtido de usados de Rusia, y para ello además vitoreo a toda la familia imperial, por aquello de que mejor ser cortes que maleducado.

Remitida la misiva, tocada esperar, y aunque la desesperación se adueño del joven filatelista, la respuesta llegó en forma de carta que decía lo siguiente: “…S. M. el emperador se ha dignado atender la súplica que le habéis dirigido, y la embajada de Rusia se apresura a remitiros adjunta una colección de sellos rusos de correos…”.

La carta procedía de la Embajada rusa en París, lo que nos deja claro que el joven chaval apasionado por los sellos rusos, era parisino, y lo recibido en nombre del Zar Nicolás II, fue una gran cantidad de sellos y postales, de las cuales aprovechó una de ellas, para escribir rápidamente y dar efusivamente las gracias por el gesto.

Podría parecer que este es un hecho aislado, pero parece que fue práctica habitual, o al menos así dejó constancia la prensa de la época. Otro recorte de prensa (del que no puedo aportar datos y fecha), en la misma línea que el anterior, nos cuenta la historia de un chaval berlinés, que se especializó en sellos chinos, y para aumentar su colección, no se le ocurrió otra cosa que escribir al todo poderoso Emperador de la China, solicitando en la carta un ejemplar de cada sello de los que la lejana china había puesto en circulación. ¡Tampoco se quedo corto en osadía este filatelista alemán!

Al igual que le sucedería al coleccionista francés, el berlinés recibió respuesta a través de la embajada china en Alemania. Dos historias análogas que si no fuese por la diferencia de escenarios, uno podría pensar que son el mismo relato en 2 épocas distintas. 

También existe la vertiente casi opuesta. Es decir, aquel niño que antes de pedir, regala. Así sucedió, según el periódico El Diario de Manila (Filipinas) de fecha 28.04.1891, que un niño suizo igualmente muy aficionado al coleccionismo de sellos, había decidido escribir al joven rey de Serbia que también cultivaba el arte de la filatelia, al cual le mandó una colección de sellos de flores y plantas alpinas, pidiéndole a cambio una colección completa de los sellos serbios. Y nuevamente lo solicitado dio resultado. El propio rey sacó de su colección lo solicitado para hacérselo llegar al, en este caso ya amigo filatelista de intercambios. 

Lo que es evidente, como bien dice el refranero español que “…quién no llora…no mama…”.

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