MI GOZO EN UN POZO
Por José Ivars Ivars
Divulgador e Investigador Filatélico
©Ifac Filatélico
Aunque no acostumbro a usar titulares aparecidos en la
prensa para dar nombre a mis líneas, el de hoy si he querido mantenerlo por lo
significativo que es debido a la historia que este artículo nos cuenta.
Seguramente todos los que nos dedicamos a esto de cultivar el arte del
coleccionismo de sellos, en alguna que otra ocasión en la vida, hemos mantenido
correspondencia epistolar con otros filatelistas…y nos la han pegado. Pues no
es algo que solo nos haya pasado a nosotros. No hay día que en las redes
sociales aparecen avisos indicando que o quién es alguien de no fiar en aquello
de los intercambios postales.
Estas situaciones, o análogas, ya sucedían a finales
del Siglo XIX. Concretamente el periódico de Gerona La Provincia, en su edición del 21 de enero de 1890, lleva en su
página 3 un artículo que lleva el mismo título que el que hoy he usado para
contaros la historia: “Mi Gozo en un Pozo”.
El artículo es extenso, bien descrito y muy ameno en su
lectura. De manera resumida os puedo contar que se trata de una historia que
cuenta el periodista (o tal vez un particular que usa el rotativo para
denunciar lo que le acababa de pasar) ante un anuncio publicado por la prensa,
sin indicar la fecha del mismo, pero indicando que se había publicado no hacía
mucho en la prensa malagueña.
Lo de tentador, a juicio del periódico, no era el título
que indica, sino la dote de los 27.000 duros de aquella huérfana y joven. Y tan
tentador llegó a ser, que el redactor de la noticia asume haber caído en la
tentación de escribirle a aquella dulce y simpática joven dama. Por lo
interesante del tema, trascribo la carta remitida que nos hará situarnos mucho
mejor en la escena:
Señorita S.M. Lista
de Correos.
En un periódico de
Málaga he visto su edificante llamamiento a Catedráticos, profesores, jefes de
ejército e ingenieros que no pasen de los cuarenta años de edad.
Aunque yo no pertenezco
a ninguna de dichas clases ó carreras, por toda declaración amorosa, me tomo la
libertad y el gusto de acompañarle mi retrato que es el más reciente que poseo,
de pocos días antes de pasar ese demonio de mal imperante, dicho se está que
podrá darle idea perfecta de mi físico.
Vea si este está de acuerdo con lo que llamaré el ideal de V. Excusado significarle que en el alma lo celebrará, y que siento vehemente deseos de que se realice ese himeneo que mutuamente nos interesa…
La carta prosigue con toda una
declaración de amor de quién firma con las iniciales R.E., que pertenecen al
redactor de la noticia, Ricardo Escosúra, y que al final se quedó con la ganas
de haber llegado a algo formal con dicha señorita cuanto menos misteriosa.
Cómo a estas alturas ya os estaréis preguntando
qué pasó con esa cita amorosa, tengo que deciros que el amoroso R. Escosúra,
tras enviar la carta con su correspondiente sello para franquearla, días después
tuvo ocasión de leer otro artículo en la prensa del momento en la que un
individuo del que no da detalles, anunciaba que la susodicha señorita no era
tal, sino que se trataba de una coleccionista de sellos, y que
los 27.000 duros de dote, no eran otra cosa que los 27.000 sellos que fue
recopilando gracias a las miles de cartas que recibía respondiendo a un anuncio
que insertaba en diferentes periódicos de España y en diferentes épocas o
momentos.
En esto de la filatelia todo vale, o
al menos todo fue válido y sirvió para conseguir sellos que añadir a la
colección. Ahora un consejo… No seáis tan ingenuos como lo fue el Sr. Ricardo
E., que creyó encontrar en un anuncio a su futura esposa, y se encontró con una
colección de sellos casi completa.
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